Celebrar o no celebrar Halloween?
Entrevista con Paolo Gulisano, autor de un libro sobre el tema
ROMA, lunes, 30 octubre 2006 (ZENIT.org).- Grandes calabazas vaciadas
iluminadas en su interior, como si fueran calaveras, esqueletos y sombrías
figuras encapuchadas, risotadas escalofriantes y un estribillo obsesivo:
¿dulce o broma? Todo esto es Halloween, una moda, una fiesta, una nueva
costumbre que se ha impuesto en los últimos años, gracias en parte a la
persuasión del cine y la televisión.
La fiesta de Halloween se ha metido incluso en las escuelas de países en
los que hace tan sólo unos años se desconocía la existencia de la fiesta:
en muchos centros escolares, desde la escuela primaria a la superior, los
profesores organizan la fiesta junto a los alumnos, con juegos y dibujos.
El tema de Halloween ha sido afrontado en todos sus aspectos por el
escritor italiano Paolo Gulisano, autor de numerosos ensayos sobre
literatura de fantasía y sobre la cultura anglosajona. Junto a la
investigadora irlandesa, residente en Estados Unidos, Brid O'Neill, ha
publicado en estos días en italiano un libro titulado «La noche de las
calabazas» («La notte delle zucche», editorial Ancora).
Para profundizar en el significado de la fiesta de Halloween, Zenit ha
entrevistado a Paolo Gulisano.
--En algunos sectores, ante la expansión de Halloween, ha empezado a
manifestarse una cierta preocupación. ¿Usted qué piensa?
--Gulisano: Es verdad. Hay quien ve en Halloween un retorno a formas de
«paganismo» y quien en cambio ve un rito folclórico y de consumismo, una
especie de inocuo carnaval fuera de temporada. El hecho es que nadie
recuerda, no sólo entre los niños y jóvenes y a nivel mediático popular,
la festividad cristiana que Halloween a la que está suplantando, Todos los
Santos. El 1 de noviembre se ha confundido con la conmemoración de los
Fieles Difuntos, que cae en realidad al día siguiente.
--Pero ¿qué significa Halloween?
--Gulisano: El nombre Halloween es la deformación americana del término,
en el inglés de Irlanda, «All Hollows' Eve»: Vigilia de Todos los Santos.
Esta antiquísima fiesta llegó a Estados Unidos junto con los emigrantes
irlandeses y allí echó raíces para sufrir recientemente una radical
transformación. De las pantallas de Hollywood la moda de Halloween llegó
así desde hace algunos años a la vieja Europa y a otras partes del mundo.
Tras Halloween está una de las más antiguas fiestas sagradas de Occidente:
una fiesta que ha atravesado los siglos, con usos y costumbres que en el
tiempo se han ido redefiniendo, pero que han conservado el mismo
significado. Sus orígenes, el significado de los símbolos, son sin embargo
desconocidos para la mayoría.
--Pero la fiesta se remonta al paganismo de los celtas. El 1 de noviembre,
era para ellos el primer día del año, la fiesta en la que los espíritus
buscaban cuerpos para reencarnarse. La Iglesia, en la Edad Media,
sustituiría esta tradición por la festividad de Todos los Santos, que es
seguida después por el día de los Fieles Difuntos.
--Gulisano: Exacto. Halloween no es más que la última versión,
secularizada, de una ortodoxa fiesta católica, y en mi libro he tratado de
explicar cómo ha podido suceder que una tradición plurisecular cristiana
se haya convertido en la actual carnavalada de terror. Digamos antes que
nada que el origen de este último fenómeno Halloween es completamente
estadounidense. En ese país al que llegaron millones de emigrantes
irlandeses con su profunda devoción por los santos, se trataba de un culto
muy fastidioso para la cultura dominante de carácter puritano. De este
modo, en su actual versión secularizada, se ha tratado de descartar el
sentido católico de Todos los Santos, manteniendo en Halloween el aspecto
lúgubre del más allá, con los fantasmas, los muertos que se alzan de las
tumbas, las almas perdidas que atormentan a los que en vida les hicieron
daño: un aspecto que se intenta exorcizar con las máscaras y las bromas.
Obviamente, el viejo continente no podía permanecer mucho tiempo sin
adoptar el nuevo «culto». De hecho vemos difundirse cada vez más entre
nosotros Halloween con su cortejo de artículos de consumo más o menos
macabros --calaveras, esqueletos, brujas-- que no se propone como una
forma de neopaganismo, ni como un culto esotérico, sino simplemente como
una parodia de la religiosidad cristiana auténtica, con fines
preferentemente consumistas: vender productos de carnaval (el llamado
mercadeo de Halloween), máscaras, calaveras, calabazas, capas, gorros y
otras cosas, además de espacios publicitarios en los filmes de horror
emitidos por las cadenas de televisión. Halloween se propone
comercialmente como una fiesta joven, divertida, diferente,
«transgresiva»; uno se disfraza de fantasma, bruja o zombi para ir a
bailar a alguna fiesta....
--Sin embargo Halloween no puede ser considerado simplemente como un
fenómeno comercial o como un segundo Carnaval...
--Gulisano: En efecto. Es importante conocer y saber valorar bien sus
raíces culturales, y también las implicaciones esotéricas que se han
superpuesto ambiguamente esta fecha. El 31 de octubre en efecto se ha
convertido en una fecha importante para el esoterismo en cuyos textos
encontramos estas definiciones: «Vuelve el Gran Sabbat [encuentro entre
las brujas y Satanás, ndr.] cuatro veces al año... Halloween que es quizá
la fiesta más querida»; «Samhain [fiesta celta del 1 de noviembre, ndr.]
es el día más mágico de todo el año, año nuevo de todo el mundo
esotérico». El mundo de lo oculto la define así: «es la fiesta más
importante para los seguidores de Satanás». La fecha de una importante
celebración de cultura celta antes y de la cristiana después ha pasado a
formar parte del calendario del ocultismo.
--Entonces ¿qué se hace el 31 de octubre?
--Gulisano: En mi opinión se puede y se debe hacer fiesta. El 1 de
noviembre, que fue el Año Nuevo celta y luego Todos los Santos, es una
festividad extraordinaria para los cristianos, y no vale la pena dejarla
en manos de charlatanes y ocultistas. No hay que tener miedo del Halloween
«malo», y por esto hay que conocerlo bien. Halloween, de todas formas, no
se puede ignorar, y forma parte ya del escenario de nuestros tiempos. ¿Qué
hacer por tanto?
Educadores y familias deberían movilizarse contra la falta de educación,
de buen gusto, contra la profanación del misterio de la muerte y de la
vida tras la muerte, pero no es fácil ir contra corriente, desafiar las
modas imperantes.
Entonces se puede hacer fiesta en Halloween, recordando lo que este día ha
significado durante siglos y lo que sigue testimoniando. Hay que salvar
Halloween, dándole todo su antiguo significado, liberando esta fiesta de
la dimensión puramente consumista y comercial y sobre todo extirpando la
pátina de ocultismo sombrío del que ha sido revestida.
Por tanto, aconsejaría organizar la fiesta y explicar claramente que se
está festejando a los muertos y los santos, en modo positivo e incluso
simpático para que los niños sean educados en una visión de la muerte como
un acontecimiento humano, natural, del que no hay que tener miedo.
ZS06103009