00 25/04/2014 08:10


En el 2013 Aguas de La Habana le entró al municipio de lleno. Antes, del 2000 al 2012, protagonizó una suerte de ensayo con rehabilitaciones puntuales y acciones de emergencia.
La entidad no es la responsable principal de la inversión, pero lleva la voz cantante: le toca ir delante, y los demás le siguen. Entonces le corresponde marcar el ritmo, y decir que, en cuanto a su particular, la obra marcha de acuerdo con el cronograma y es buena señal.
En su caso sustituyen las viejas tuberías metálicas, por otras de mayor diámetro de polietileno de alta densidad, por mucho un material más apropiado.
“En general hemos restituido unos 15 kilómetros entre tuberías maestras y acometidas –de 250 mm hasta 110, las unas; y de 25 mm hasta 2 pulgadas, las otras-, estas últimas llevadas hasta el límite de propiedad, lo cual ha representado beneficios para unas 15 mil personas, vecinos de calles y Consejos Populares como Catedral, Jesús María, San Isidro, Avenida del Puerto, Desamparado, Egido, Peña Pobre, Cuba…” Personas que pasaron de ponerse las manos en la cabeza atormentados por la falta de agua a ponérselas ante el asombro y la satisfacción de poder experimentar algo que les parecía imposible.
La información la ofrece Tania Durán Yanes, una muy diestra ingeniera hidráulica, al frente de la subdirección de inversiones de AH, una mujer que dada su condición de moradora de los alrededores, conoce bien las particularidades del barrio y lo ama; ello posibilita que, al ser a una vez doliente y jefa del “equipo médico”, las cosas salgan mejor.
TOPO INCLUIDO
El más neófito de los habaneros puede ser capaz de imaginar las complejidades de los trabajos de tal naturaleza en un sitio con las características y los años a sus espaldas que tiene La Habana Vieja.
Emplear la zanjeadora entrañaría un alto riesgo. Hay que hacer cortes en las calles sin afectar la estructura de los viejos edificios ni provocar derrumbes; volver a colocar los adoquines donde los había, picar la vía solo en los tramos imprescindibles, interactuar con peatones y vehículos automotores y bicitaxis en un espacio muy reducido, andar ligero para afectar el servicio lo menos posible…
“Para garantizarlo empleamos la técnica del topo”, se apura en adelantar Humberto González, subdirector de construcciones hidráulicas de AH, y jefe en lugar de la brigada del topo.
“Una suerte de bala metálica de gran tamaño que le sirve de guía a la nueva conductora de polietileno se introduce en la vieja de metal, a medida que avanza mecánicamente, rompe la tubería a sustituir y deja la otra. Solo se hacen dos calas, entrada y salida, es decir, en nuestro caso, a principio y final de cada cuadra, donde se hacen los empalmes.
“El propósito es entorpecer lo menos posible el tránsito, y el servicio de agua. Por eso empezamos y no paramos hasta terminar.”
Son cinco hombres que luego también hacen los huecos de cada acometida, es decir la entrada hacia los hogares. Luego tapan, rellenan, compactan un tanto por debajo del nivel de la calles, con el fin de dejar las condiciones creadas para el acabado con hormigón o asfalto, según sea el caso.
Todo ello tarda cinco o seis días, en dependencia de la complejidad de la tarea.
Cierto es que tales beneficios llegan un poco demorados, pero antes no pudo ser por limitaciones con recursos materiales y financiamiento. Molesta también que el agua todavía no haya tocado todas las puertas, y donde lo hizo, no puede hacerse notar con la esfuerza esperada, hasta tanto no quede “peinado” el municipio completo, lo cual está previsto para el 2016.
Sin embargo, poco a poco, La Habana Vieja cambia para bien. Paulatinamente Aguas de La Habana revierte la compleja situación con el vital e imprescindible líquido; mientras gana, cada vez más, espacio y presión. Y ¡lo más bonito!, sin afectar los valores patrimoniales del territorio.