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Santos, Mártires y Beatos

Ultimo Aggiornamento: 20/06/2009 02:17
01/03/2006 23:30
 
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CANONIZACIÓN
Proceso de la Iglesia para declarar que alguien es santo.

¿Por qué la Iglesia canoniza?

En la Constitución Divinus Redemptoris Magister (25-1-1983)dice que, "Desde tiempos inmemorables la Sede Apostólica propone a la imitación, veneración y a la invocación a algunos cristianos que sobresalieron por el fulgor de sus virtudes."

Estos hombres y mujeres son propuestos para ser:

Imitados: los beatos y santos son propuestos como modelos para ser imitados; Francisco y Jacinta, portadores del mensaje que fluye de sus vidas pueden servir de ejemplo para todos.

Venerados: los beatos pueden recibir culto público en su patria, con imágenes en el altar y fiestas de conmemoración; los santos en la Iglesia universal.

Para ser invocados: la Iglesia reconoce que los dos niños pueden ser intermediarios junto a Dios en favor de quien les invoque.

Todos los santos y beatos de la Iglesia realizaron una misión común: llevar a la perfección la "vida cristiana". Perfección a la cual todos estamos llamados por el mismo Señor cuando nos dijo: "Sed perfectos como Mi Padre es perfecto"(Mt 5:48). Vemos como a lo largo de la historia de la Iglesia, miles de hombres y mujeres, niños y ancianos se han lanzado a la conquista de esta gracia y nosotros en nuestros días somos dichosos al tener tan "gran nube de testigos" que son ejemplo seguro que podemos seguir en nuestro caminar hacia la perfección.

Cómo se canoniza un santo

Los santos originalmente eran aclamados a "vox populi" (aclamación popular). Para evitar abusos, los obispos tomaron responsabilidad por la declaración de santos en su diócesis. Entonces se le asignaba un día de fiesta, generalmente el aniversario de su muerte. A partir del Siglo X se instituyó un proceso de canonización.

Hay tres pasos en el proceso oficial de la causa de los santos:

Venerable. Con el título de venerable se reconoce que un fallecido vivió virtudes heroicas.

Beato. Se reconoce por el proceso llamado de "beatificación". Además de los atributos personales de caridad y virtudes heroicas, se requiere un milagro obtenido a través de la intercesión del Siervo/a de Dios y verificado después de su muerte. El milagro requerido debe ser probado a través de una instrucción canónica especial, que incluye tanto el parecer de un comité de médicos (algunos de ellos no son creyentes) y de teólogos. El milagro no es requerido si la persona ha sido reconocida mártir. Los beatos son venerados públicamente por la iglesia local.

Santo. Con la canonización, al beato le corresponde el título de santo. Para la canonización hace falta otro milagro atribuido a la intercesión del beato y ocurrido después de su beatificación. Las modalidades de verificación del milagro son iguales a las seguidas en la beatificación. El Papa puede obviar estos requisitos. El martirio no requiere habitualmente un milagro. La canonización compromete la infalibilidad pontificia.

Mediante la canonización se concede el culto público en la Iglesia universal. Se le asigna un día de fiesta y se le pueden dedicar iglesias y santuarios.

Historia

En 993, Ulric de Ausburg fue declarado santo en la primera canonización aprobada directamente por un papa (Papa Juan XV). Gregorio IX formalizó el proceso y en 1234 las canonizaciones se reservaron solo al Papa. En el año 1588 el Papa Sixto V puso el proceso en manos de la Congregación para las Causas de los Santos y del Santo Padre.

No existe un cómputo preciso de quienes han sido proclamados santos desde los primeros siglos. En 1988, para celebrar su IV centenario, la Congregación para las Causas de los Santos publicó el primer "Index ac status Causarum". Este libro y los suplementos que le siguieron, escritos enteramente en latín, están considerados como el índice definitivo de todas las causas que han sido presentadas ante la congregación desde su institución.

Desde que fue elegido en 1978 hasta julio del 1997 el Papa Juan Pablo II había proclamado 278 santos. Entre ellos se cuentan 245 mártires y 33 confesores. Ha proclamado además en ese período 770 beatos, de los que 579 eran mártires y 191 confesores.

-Padre Jordi Rivero

www.corazones.org
01/03/2006 23:39
 
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Santa Rosa de Lima

Rosa fue el nombre con el que Isabel Flores de Oliva fue llamada por una india encargada de su crianza, la que pudo percibir en ella no sólo su belleza exterior, sino la inmensa religiosidad que la convertiría en la primera santa de América Latina.

Rosa nació en el año de 1586. Desde muy pequeña se caracterizó por su hermosura física, recibiendo por ello innumerables halagos. Sin embargo ella venció la tentación del amor propio y la vanidad, con humildad, obediencia y abnegación de su voluntad. Pero esa belleza exterior era tan solo un reflejo de la enorme religiosidad que Rosa de Lima quiso reservar al Amor de sus amores, Dios.

Desde pequeña, Rosa mostró su inmensa piedad y devoción por el Señor y su vocación permanente por ayudar a los demás, a tal extremo que sus padres pretendieron apartarla de este santo camino para buscarle un matrimonio conveniente. Más ella, sin renunciar a la obediencia que siempre profesó a sus padres, nunca cedió a esas pretensiones.

Su ferviente amor a Dios lo expresaba en diversas prácticas de penitencia que asumió desde pequeña. A los diez años de edad ayunaba a pan y agua. Comía muy poco y se preocupaba por que su alimento no tuviera un sabor agradable. En su dormir también fue muy exigente consigo misma, ya que colocaba maderos en su lecho y virutas y cañas en su almohada. Utilizaba silicios para mortificar su frágil cuerpo. Pero todo esto sólo se puede entender al conocer el gran amor que llenaba el interior de la Santa. Todo esto era la expresión de un corazón que desbordaba de piedad por Cristo. Amor que le llevó a rezar durante la penosa y larga enfermedad que precedió a su muerte: "Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma medida tu amor".

Hacia el año de 1606 recibió el hábito de la tercera Orden de Santo Domingo. Pero Rosa nunca llegó a pisar los claustros. Quiso Dios que Rosa permaneciera en el mundo embelleciéndolo con su presencia. Santa Rosa buscó el silencio en una pequeña cabaña que ella misma construyó en el huerto de su casa y desde allí se dedicó a una intensa vida de oración, lo que le permitió disfrutar de innumerables experiencias místicas.

Dios le otorgó gracias extraordinarias pero también permitió que sufriese persecuciones por parte de sus amigos y conocidos, poniendo a prueba su carácter de santidad. Las tentaciones del maligno también estuvieron presentes, pero ella supo responder con mucha oración y penitencia.

Dios llamó a su lado a Santa Rosa el 24 de agosto de 1617, cuando la joven apenas tenía treinta y un años de edad. Al funeral asistieron representantes del Cabildo y la Audiencia de Lima, quienes junto a miles de pobladores la acompañaron en su último recorrido, quizás sospechando que esa frágil y bella Rosa había logrado que la gracia divina cayera sobre la ciudad de Lima, y que su dulce nombre ya no podría desligarse nunca más de la capital peruana.


www.arzobispadodelima.org

[Modificato da @Nessuna@ 01/03/2006 23.41]

02/03/2006 01:10
 
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San Martin de porres

El santo mulato nació en Lima en 1579 de padre español y madre panameña. De caballero y mulata nació el santo. Tardó su padre en reconocerlo pero al final asintió, teniendo de todas formas que partir dejando al pequeño al cuidado de su madre. Son misteriosos los caminos del Señor: no fue sino un santo quien lo confirmó en la fe de sus padres. Fue Santo Toribio Mogrovejo, segundo arzobispo de Lima y actual patrono del Episcopado Latinoamericano, quien hizo descender el Espíritu sobre su moreno corazón, corazón que el Señor fue haciendo manso y humilde como el de su Madre. Martín aprendió el oficio de barbero y también algo de medicina. El muchacho era inteligente, y fue tal su amor por los hermanos que no tardó en aprender para poderlos servir mejor. Desde niño sentía predilección por los enfermos y los pobres en quienes reconocía sin duda el rostro sufriente de su Señor. A los quince años la gracia recibida y el ardor por vivir más cerca de Dios en servicio completo a sus hermanos humanos lo impulsó a pedir ser admitido como donado en el convento de los dominicos que había en Lima.

Pronto la virtud del moreno dejó de ser un secreto. Su servicio como enfermero se extendía desde sus hermanos dominicos hasta las personas más abandonadas que podía encontrar en la calle. Su humildad fue probada en el dolor de la injuria, incluso de parte de algunos religiosos dominicos. Incomprensión y envidias: camino de contradicciones que fue asemejando al mulato a su Reconciliador. En 1603 le fue concedida la profesión religiosa y pronunció los votos de pobreza, obediencia y castidad. Hombre de gran caridad, unía a su incesante oración las penitencias más duras. Era mucho el amor, eran poco el sueño y la comida, lo sostenía la oración, la infinita misericordia de Dios. Es muy probable que haya conocido a Santa Rosa de Lima. El Señor tiene sus caminos, y los tuvo de dolor y alegría para nuestro mulato. Así nos ama el Señor, como a su Madre.

La virtud del santo, su intensa vida espiritual, sostenían su entrega, pero sin duda alguna, aquello que más recuerda el pueblo de Lima son sus numerosos milagros. A veces se trataba de curaciones instantáneas, en otras bastaba tan sólo su presencia para que el enfermo desahuciado iniciara un sorprendente y firme proceso de recuperación. Muchos lo vieron entrar y salir de recintos estando las puertas cerradas. Otros lo vieron en dos lugares distintos a un mismo tiempo. Todos, grandes señores y hombres sencillos, no tardaban en recurrir al socorro del santo mulato: "yo te curo, Dios te sana" decía Martín con grande conciencia del inmenso amor del Señor que ha gustado siempre de tocar el corazón de los hombres con manos humanas.

Enfermero y hortelano herbolario, Fray Martín cultivaba las plantas medicinales que aliviaban a sus enfermos. Su amor humilde y generoso lo abarcaba todo: su amabilidad con los animales era fruto de su inmenso amor por el Creador de todas las cosas. El pueblo de Lima venera hoy su dulce y sencilla imagen, con su escoba en la mano dando de comer, de un mismo plato, a perro, ratón y gato.

Tras una vida de honda respuesta a la gracia de Dios, de intensa y perseverante entrega vividas al calor de la caridad y el sacrificio, ya a los sesenta años de edad, Fray Martín cayó enfermo y supo de inmediato que había llegado la hora de encontrarse con el Señor. El pueblo se conmovió, y mientras en la calle toda Lima lloraba, el mismo virrey fue a verlo a su lecho de muerte para besar la mano de quien decía de sí mismo ser un perro mulato, tal era la veneración que todos le tenían. Poco después, mientras se le rezaba el credo, besando el crucifijo con profunda alegría, el santo partió. Pero esta partida no lo alejó de su pueblo quien esperanzado le reza a diario aguardando su tierna intercesión y agradeciendo sus milagros. Fray Martín de Porres, el mulato "santo de la escoba" fue canonizado el 6 de mayo de 1962 por el Papa
04/03/2006 07:33
 
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MADRE TERESA DE CALCUTA
1910-1997
Beatificación: 19 Octubre, 2003

"Hagamos algo bello para el Señor"

La Madre Teresa nos enseñó con su ejemplo el poder y el reto
de vivir auténticamente el Evangelio

Quien es Jesús para la Madre Teresa

En otros sitios: Ver sitio oficial | EWTN
Catholic.net

La Madre Teresa, fundadora de las Misioneras de la Caridad, fue testimonio vivo de amor a Jesucristo por su entrega total a servirle en los "mas pobres entre los pobres". Su ejemplo ha sido un reto a la conciencia de la humanidad. En un tiempo marcado por la rebelión, la Madre Teresa defendió fuertemente la fidelidad al magisterio de la Iglesia, la santidad de la vida humana, la familia y la moral. Nos enseñó la verdadera dignidad de la mujer convirtiéndose en madre de todos. Nos enseñó que la mayor pobreza la encontró no en los arrabales de Calcuta sino en los países mas ricos cuando falta el amor, en las sociedades que permiten el aborto:
"Para mi, las naciones que han legalizado el aborto son las mas pobres, le tienen miedo a un niño no nacido y el niño tiene que morir"-Madre Teresa, M.C. En Nueva York, en 1995 propuso: "Si conoces a alguien que no quiere al niño, que le tiene miedo al niño, díganle que me lo de a mi."


LA FAMILIA
"La paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad queremos que haya paz en el mundo, empecemos por amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias familias. Si queremos sembrar alegría en derredor nuestro precisamos que toda familia viva feliz." -Madre Teresa, M.C.
LA MAYOR ENFERMEDAD
"La mayor enfermedad hoy día no es la lepra ni la tuberculosis sino mas bien el sentirse no querido, no cuidado y abandonado por todos. El mayor mal es la falta de amor y caridad, la terrible indiferencia hacia nuestro vecino que vive al lado de la calle, asaltado por la explotación, corrupción, pobreza y enfermedad." -Madre Teresa, M.C.

COMO TRABAJAR
"Haz las cosas pequeñas con gran amor" -Madre Teresa, M.C





FIDELIDAD antes que Exito
"Dios no pretende de mi que tenga éxito. Sólo me exige que le sea fiel." Madre Teresa de Calcuta


AUTENTICIDAD
"Nosotros predicamos un Dios bueno, comprensivo, generoso y compasivo. Pero, ¿lo predicamos también a través de nuestras actitudes? Si queremos ser coherentes con lo que decimos, todos deben poder ver esa bondad, ese perdón y esa comprensión en nosotros."

DE LA ORACION A LA PAZ:
El fruto del silencio es la oración
El fruto de la oración es la fe
El fruto de la fe es el amor
El fruto del amor es el servicio
El fruto del servicio es la paz -Madre Teresa, M.C.




IRRADIANDO A CRISTO
Oración que rezan las Misioneras de la Caridad después de cada Misa.

EN LA MUERTE
"En el momento de la muerte, no se nos juzgará por la cantidad de trabajo que hayamos hecho, sino por el peso de amor que hayamos puesto en nuestro trabajo. Este amor debe resultar del sacrificio de sí mismos y ha de sentirse hasta que haga daño."
LA POBREZA
"Cuanto menos poseemos, más podemos dar. Parece imposible, pero no lo es. Esa es la lógica del amor." -Madre Teresa, M.C.

Una vez un crítico le sugirió que haría mas para terminar con la pobreza si enseñara a pescar en vez de dar el pescado. Ella respondió: "Las personas que yo ayudo no se valen por si mismas, no se pueden parar. No pueden sostener la caña. Yo les daré el alimento y después se los enviaré a usted para que usted les enseñe a pescar".

Las Misioneras de la Caridad tienen como cuarto voto el servicio a los mas pobres (los primeros tres son pobreza, castidad y obediencia). Lo cumplen alrededor del mundo en cientos de casas dedicadas a los moribundos, albergues para mujeres y niños, casas para pacientes de SIDA, etc.


UNA GOTA EN EL OCEANO
"Sé bien y lo saben cada una de mis hermanas, que lo que realizamos es menos que una gota en el océano. Pero si la gota le faltase, el océano carecería de algo." -Madre Teresa, M.C.


EL AMOR
"No basta con que digamos: Yo amo a Dios pero no amo a mi prójimo. San Juan dice que somos mentirosos si afirmamos que amamos a Dios y no amamos a nuestro prójimo. Es muy importante para nosotros darse cuenta de que el amor para que sea auténtico tiene que doler." -Madre Teresa, M.C., al recibir el Premio Nobel de la Paz.




UNA SONRISA

Una sonrisa en los labios alegra nuestro corazón,
conserva nuestro buen humor,
guarda nuestra alma en paz,
vigoriza la salud,
embellece nuestro rostro
e inspira buenas obras.

Sonriamos a los rostros tristes,
tímidos, enfermos, conocidos,
familiares y amigos.

Sonriámosle a Dios con la aceptación
de todo lo que El nos envié y
tendremos el merito de poseer
la mirada radiante de su rostro
con su amor por toda la eternidad.

Las palabras de Cristo son muy claras,
pero debemos entenderlas como una
realidad viviente, tal como El las propuso.
Cuando El habla de hambre,
no habla solamente del hambre de pan,
sino hambre de amor, hambre de ser
comprendido, de ser querido.

El experimentó lo que es ser rechazado porque
vino entre los suyos y los suyos no lo quisieron.
Y El conoció lo que es estar solo,
abandonado, y no tener a nadie suyo.

Esta hambre de hoy, que esta rompiendo vidas en todo el mundo destruyendo
hogares y naciones, habla de no tener hogar, no solamente un cuarto con
techo, pero el anhelo de ser aceptado, de ser tratado con compasión, y que
alguien abra nuestro corazón para recibir al que se sienta abandonado.

-Madre Teresa, M.C.


EL PAPA PABLO VI FUE QUIEN DIO A CONOCER AL MUNDO A LA MADRE TERESA

En 1964, en plena celebración del Concilio Vaticano II, el Papa Pablo VI viajó a Bombay para la clausura del Congreso Eucarístico. Era una gran sorpresa, la segunda vez que un Papa volaba como peregrino y nadie pensó que fuese a la India.

Aquel viaje cuyo propósito era honrar la Eucaristía pasará a la historia como la ocasión por la que el Papa Pablo VI dio a conocer al mundo a la Madre Teresa cuya vida de caridad es fruto de una vida Eucarística por excelencia. En aquel tiempo muy pocos conocían a esta monja nacida en Albania fuera de sus pobres y sus cooperadores en la India.

Al despedirse de los millones de indios en el aeropuerto, el Papa anunció: «Antes de dejar la querida India, deseamos ofrecer nuestro coche blanco a la Madre Teresa, superiora general de las

Misioneras de la Caridad, para ayudarla en su misión universal de amor». La Madre Teresa vendió el carro para beneficio de sus pobres.

El Papa Pablo VI le otorgó a la Madre Teresa la primera edición del «Premio de la Paz Juan XXIII», el 6 de enero de 1971. El Papa explicó así su decisión: «Este premio se confiere a una religiosa que, a pesar de ser modesta y silenciosa, es conocida por quienes observan el arrojo de la caridad en el mundo de los Pobres: se llama Madre Teresa y, desde hace veinte años, está desempeñando una maravillosa misión de amor en las calles de la India a favor de los leprosos, de los viejos, de los niños abandonados». A este le siguió el Premio Templeton, en reconocimiento al progreso de los valores religiosos y en 1979 el Premio Nobel de la Paz en 1979.







ORACION PARA SONREIR

Señor, renueva mi espíritu y dibuja en mi rostro
sonrisas de gozo por la riqueza de tu bendición.

Que mis ojos sonrían diariamente
por el cuidado y compañerismo
de mi familia y de mi comunidad.

Que mi corazón sonría diariamente
por las alegrías y dolores que compartimos.

Que mi boca sonría diariamente
con la alegría y regocijo de tus trabajos.

Que mi rostro dé testimonio diariamente
de la alegría que tú me brindas.

Gracias por este regalo de mi sonrisa, Señor.

Amén.

-Madre Teresa de Calcuta



DE TODAS MANERAS

Las personas son irrazonables, ilógicas y centradas en si mismas,
AMALAS DE TODAS MANERAS

Si haces el bien, te acusarán de tener motivos egoístas,
HAZ EL BIEN DE TODAS MANERAS

Si tienes éxito ganarás falsos y verdaderos enemigos,
TEN EXITO DE TODAS MANERAS

El bien que hagas se olvidará mañana,
HAZ EL BIEN DE TODAS MANERAS

La honestidad y la franqueza te hacen vulnerable,
SE HONESTO Y FRANCO DE TODAS MANERAS

Lo que te tomó años en construir puede ser destruido en una noche,
CONSTRUYE DE TODAS MANERAS

La gente de verdad necesita ayuda pero te podrían atacar si lo haces,
AYUDALES DE TODAS MANERAS

Dale al mundo lo mejor que tienes y te patearán en los dientes,
DALE AL MUNDO LO MEJOR QUE TIENES DE TODAS MANERAS

-De un letrero en la pared de Shishu Bhavan. La casa para niños en Calcutta.





ORACION POR LA FAMILIA

Padre Celestial, nos has dado un modelo de vida en la Sagrada Familia de Nazaret. Ayúdanos, Padre amado, a hacer de nuestra familia otro Nazaret, donde reine amor, la paz y la alegría.

Que sea profundamente contemplativa, intensamente eucarística y vibrante con alegría. Ayúdanos a permanecer unidos por la oración en familia en los momentos de gozo y de dolor. Enséñanos a ver a Jesucristo en los miembros de nuestra familia especialmente en los momentos de angustia.

Haz que el corazón de Jesús Eucaristía haga nuestros corazones mansos y humildes como el suyo y ayúdanos a sobrellevar las obligaciones familiares de una manera santa.

Haz que nos amemos más y más unos a otros cada día como Dios nos ama a cada uno de nosotros y a perdonarnos mutuamente nuestras faltas como Tú perdonas nuestros pecados.

Ayúdanos, oh Padre amado, a recibir todo lo que nos das y a dar todo lo que quieres recibir con una gran sonrisa. Inmaculado Corazón de María, causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.

Santos Angeles de la Guarda permaneced a nuestro lado, guiadnos y protegednos. Amén
-Madre Teresa M.C.



ORACION PARA APRENDER A AMAR

Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida;
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua;
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo;
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro;
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos;
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien; Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.
Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión;
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender;
Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.

Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos;
Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo.

-Madre Teresa de Calcuta M.C.





ULTIMA ENTREVISTA A LA MADRE TERESA

La concedió a la revista brasileña misionera «Sem Fronteras». He aquí algunos pasajes que transmitió la agencia Zenit:

—¿Cuántas son las Misioneras de la Caridad?
—Teresa de Calcuta: Tenemos 3.604 hermanas que han pronunciado los votos religiosos, 411 novicias y 260 aspirantes a religiosas. Estamos esparcidas en 119 países. Hoy disponemos de 560 tabernáculos o casas.

—¿Por qué los llaman «tabernáculos»?
—Teresa de Calcuta: Porque Jesús está presente en estas casas. Son casas de Jesús. Nuestra congregación quiere contribuir a que las personas puedan saciar su sed de Jesús. Con ello tratamos de rescatar y santificar a los más pobres de los pobres. Pronunciamos los votos de castidad, pobreza y obediencia. Pero hemos recibido, además, la autorización especial para hacer un cuarto voto: ponernos al servicio de los más pobres de los pobres.

—Usted suele afirmar que no hay amor sin sufrimiento.
—Teresa de Calcuta: Sí, el verdadero amor hace sufrir. Cada vida y cada relación familiar tienen que ser vividas honestamente. Esto presupone muchos sacrificios y mucho amor. Pero, al mismo tiempo, estos sufrimientos se ven acompañados siempre por un gran sentido de paz. Cuando en una casa reina la paz, allí se encuentran también la alegría, la unión y el amor.

—Su congregación ha abierto casas para enfermos de SIDA en diferentes partes del mundo…
—Teresa de Calcuta: Hasta hace algunos años, algunas personas llegaban incluso a suicidarse cuando recibían la noticia de que estaban enfermos de SIDA. Hoy ni un enfermo muere en la desesperación y en la angustia en nuestras casas. Todos, incluidos los no católicos, mueren en la paz del Señor. ¿No cree que esto es maravilloso?

—Las reglas de su congregación indican que el trabajo por los pobres ha de realizarse tanto «en la esfera espiritual como en la material». ¿Qué entiende por pobreza espiritual?
—Teresa de Calcuta: Los pobres espirituales son los que todavía no han descubierto a Jesús o los que se han separado de Él a causa del pecado. Los que viven en la calle también tienen necesidad de ser ayudados en este sentido. Por otra parte, me hace muy feliz el constatar que, en nuestro mundo, podemos contar también con la ayuda de gente bien asentada, a quienes ofrecemos la oportunidad de hacer una obra buena por Dios.

—¿Reciben ayuda también de personas de otras religiones?
—Teresa de Calcuta: Sí, de musulmanes, de hindúes, de budistas y de muchos otros. Hace unos meses, un grupo de budistas japoneses vino a hablar conmigo sobre espiritualidad. Les dije que ayunamos todos los primeros viernes de mes y que el dinero que ahorramos lo destinamos a los pobres. Cuando regresaron a su país, pidieron a las familias y a las comunidades budistas que hicieran lo mismo. El dinero que recogieron nos ha permitido construir el primer piso de nuestro centro «Shanti Dan» («Don de Paz») para las muchachas que se encuentran en la cárcel. Más de cien muchachas han salido ya de prisión.

—Quienes la critican aseguran que su único objetivo es convertir a los que no son cristianos…
—Teresa de Calcuta: Nadie puede forzar o imponer la conversión: tiene lugar sólo por la gracia de Dios. La mejor conversión consiste en ayudar a las personas a amarse unas a otras. Nosotros, que somos pecadores, hemos sido creados para ser hijos de Dios y tenemos que ayudarnos mutuamente para estar lo más cerca posible de Él. Todos nosotros hemos sido llamados a amarle.

—Usted dice que sus hermanas no son asistentes sociales.
—Teresa de Calcuta: Somos contemplativas, pues «rezamos» nuestro trabajo. Desempeñamos un trabajo social, pero somos mujeres consagradas a Dios en el mundo de hoy. Hemos confiado nuestra vida a Jesús, como Jesús nos ha dado su vida en la Eucaristía. El trabajo que realizamos es importante, pero lo importante no es la persona que hace ese trabajo. Hacemos esto por Jesucristo, porque lo amamos. No somos capaces de hacer todo. De todos modos, yo rezo siempre por todos los que se preocupan por las necesidades y miserias de los pueblos. Muchas personas ricas se han unido a nuestra acción. Personalmente no tenemos nada. Vivimos de la caridad y por la caridad.

—Y de la Providencia…
—Teresa de Calcuta: Tenemos que afrontar siempre necesidades imprevistas. Dios es infinitamente bueno. Siempre se preocupa de nosotras.

—¿Por qué entran tantas jóvenes en su congregación?
—Teresa de Calcuta: Creo que aprecian nuestra vida de oración. Rezamos cuatro horas al día. Además, ven lo que hacemos por los pobres. No es que sean trabajos importantes o impresionantes. Lo que hacemos es muy discreto, pero nosotros lo hacemos por los más pequeños.

—Usted es una persona muy conocida. ¿No se cansa nunca de ver a tanta gente, de las fotografías…?
—Teresa de Calcuta: Considero que es un sacrificio, pero también una bendición para la sociedad. Dios y yo hemos hecho un pacto: le he dicho «por cada foto que me hacen, Tú encárgate de liberar a un alma del Purgatorio…». —Entre sonrisas, añade—. Creo que a este ritmo, dentro de poco se va a vaciar el Purgatorio.

—¿Qué mensaje le gustaría dejarnos?
—Teresa de Calcuta: Amaos los unos a los otros, como Jesús os ama. No tengo nada que añadir al mensaje que Jesús nos dejó. Para poder amar hay que tener un corazón puro y rezar. El fruto de la oración es la profundización en la fe. El fruto de la fe es el amor. Y el fruto del amor es el servicio al prójimo. Esto nos trae la paz


SU MUERTE CAUSA DUELO UNIVERSAL

La Madre Teresa de Calcuta murió el 5 de Septiembre de un paro cardiaco en la casa madre de su comunidad en Calcuta, India a la edad de 87 años. Era primer viernes. Recibió un entierro con todos los honores de estado el 13 de Septiembre, 80ta aniversario de la penúltima aparición de Fátima a quien ella tenia gran devoción. El 10 de Septiembre de 1997 se cumplían 51 años del viaje en tren en el que contemplo a los pobres de la India y escucho la voz del Señor llamándole a entregarse a ellos.

Algunos comentarios ante su muerte:

Pésame del Papa a la superiora general de las Misioneras de la Caridad:

Profundamente conmovido por la noticia de la muerte de la madre Teresa,me uno a usted y a toda la familia de las Misioneras de la Caridad, encomendando el alma de vuestra fundadora al amor eterno de nuestro Padre celestial. Elevo una ferviente acción de gracias a Dios, que nos dio a esta mujer de fe inquebrantable como un don a la Iglesia y al mundo para recordarnos a todos la supremacía del amor evangélico, especialmente cundo se expresa a través del servicio humilde a los últimos de nuestros hermanos y hermanas. Como en el recuerdo de la extraordinaria visión espiritual de la madre Teresa, su amor atento y abnegado a Jesús en cada persona, su respeto absoluto del valor de toda vida humana y su valentía para afrontar desafíos tan numerosos, inspire a sus hijas e hijos espirituales a fin de que prosigan su misión mediante su consagración religiosa y a través de la solicitud gozosa e incondicional por los más pobres de los pobres. Como prenda de fuerza y consuelo, imparto de corazón mi bendición apostólica a todos los que lloran su muerte, con la esperanza de la resurrección. -Joannes Paulus PP. II

Cardenal Joseph Ratzinger: «se espera que el proceso de beatificación de la Madre Teresa pueda desarrollarse en un breve plazo, compatible con las dispensas del Pontífice»

Cardenal Angelo Sodano, secretario del Estado Vaticano, quien preside los funerales: «Una mujer de gran fe, que vivió amando a los pobres». «el Papa Juan Pablo II ha amado mucho a esta heroína de los tiempos modernos, siempre estuvieron en sintonía».

Madre Angélica de EWTN: "sabemos que el mundo esta en duelo por la muerte de esta gran religiosa que ha sido testigo del amor a Dios y al hermano. Todos nosotros en este día re-examinemos nuestro compromiso de servir a Nuestro Señor Jesucristo.... Estoy segura que la Madre Teresa quisiera que nos unamos en oración para acabar con la enfermedad, el hambre, la guerra y la perdida de dignidad de la familia."

Que el Señor la reciba en el cielo, que su ejemplo siga brillando en nuestros corazones. Unámonos en oración por la Madre Teresa y por las Misioneras de la Caridad para que su misión continúe siendo luz para el mundo.



El Rosario de Madre Teresa
-Enviado por Heather.

Jim Castle estaba muy cansado esa noche del 1981 cuando abordo su avión en Cincinnati, Ohio. El empresario de 45 anos de edad había completado una semana entera de reuniones y seminarios; ahora se sentaba agradecido en su asiento listo para el vuelo de regreso a casa en Kansas City, Kansas.

Entre mas pasajeros abordaban el vuelo, el lugar resonaba con las conversaciones y el ruido producido por el equipaje que estaba siendo guardado. De pronto todo el mundo callo. Todos se movían calladamente por el pasillo como un velorio invisible detrás de un barco. Jim levanto su cabeza para mirar a ver que sucedía, y quedo boquiabierto. Por el pasillo caminaban dos monjas vestida con sus hábitos blanco y azul. El reconoció el rostro de una de ellas inmediatamente., su piel arrugada, su calida mirada. Era un rostro el cual había visto en las portadas de periódicos y la revista Time.
Las dos monjas se detuvieron, en ese entonces Jim se dio cuenta que su compañera de asiento seria Madre Teresa!

Mientras los dos últimos pasajeros se acomodaban Madre Teresa y su compañera sacaron el rosario. Cada cuenta del rosario era de diferente color; Jim se dio cuenta. Cada década representaba diferentes partes del mundo, la Madre Teresa luego le dijo, y añadió, "yo oro por los pobres y los moribundos en el continente." Mientras el avión despegaba las dos mujeres
comenzaron a rezar en voz baja.

A pesar que Jim no se consideraba ser un Católico muy religioso, pues iba a la iglesia mayormente por habito, inexplicablemente se encontró unido en oración a ellas. A la vez que oraron la ultima oración el avión alcanzaba la altitud de vuelo. Madre Teresa entonces se voltió hacia el. Por primera vez en su vida Jim comprendió a la gente que hablaba de personas que poseían un "aura". Mientras ella lo miraba, un sentir de paz lo envolvía; no podía verlo como tampoco podía ver el viento, pero lo podía sentir, tan seguro como podía sentir la brisa calida del verano. "Joven", le pregunto ella, rezas el rosario a menudo? "No, en verdad no". Le tomo su mano mientras sus ojos estaban fijos en el . Luego se sonrió. "Bueno, ahora si lo rezarás." Le dejo entonces caer su rosario sobre su mano. Una hora mas
tarde, Jim entraba en el aeropuerto de Kansas City donde lo aguardaba su esposa.

Jim le contó de su encuentro. Manejando hacia casa, le dijo, "siento que he conocido a un verdadero instrumento de Dios." Nueve meses mas tarde Jim y Ruth visitaron a Connie, una amiga de varios años atrás. Connie les confesó que tenía cáncer del ovario. "El doctor dice que es un caso muy difícil pero voy a luchar contra el. No me daré por vencida." Jim buscó en su bolsillo y saco el rosario de Madre Teresa envolviéndolo así entre sus dedos. Le contó la historia y le dijo: "mantenlo contigo Connie," puede ayudarte. A pesar que Connie no era Católica, con toda aceptación, acogió las cuentas plásticas del rosario entre sus manos. "Gracias," le dijo en voz baja. "Espero poder devolvértelo." Paso mas de un año antes que Jim volviera a ver a Connie. Esta vez, tenia el rostro radiante. Le entregó el rosario, dicendo: "lo he tenido conmigo todo el año. Tuve cirugía y he estado recibiendo tratamiento de quimioterapia también. El mes pasado, los médicos volvieron a hacerme una segunda cirugía para mirar, y el tumor ha desaparecido. Completamente! " Sus ojos se encontraron con los de Jim. "Ya sabía entonces que era el momento de devolverte el rosario." En el otoño del año 1987, la hermana de Ruth, Liz, entro en una depresión muy profunda después de su divorcio. Le preguntó a Jim si podía prestarle su rosario, y cuando el se lo envió, ella lo colgó en el espaldar de su cama dentro de una bolsita e terciopelo. En las noches lo sostenía. "Me sentía tan sola y tan temerosa," decía ella, "mas
sin embargo cuando sostenía el rosario, me sentía sostener una mano amorosa."

Gradualmente, Liz volvió a construir su vida, y le devolvió entonces su rosario. "Alguien mas puede necesitarlo", le dijo. Entonces, una noche del 1988, una extraña llamo por teléfono a Ruth. Había escuchado lo de el rosario por medio de una vecina, quería tomarlo prestado para llevarlo al hospital donde su mama yacía en una coma. La familia esperaba que el rosario le ayudara a su mama morir en paz. Pocos días después la mujer devolvió el rosario. "La enfermera me dijo que una paciente de coma aun puede escuchar," le dijo, "entonces le expliqué a mi mama que tenía el rosario de Madre
Teresa y cuando se lo entregara a ella podía dejarse ir; mientras sostenía el rosario en sus manos. De inmediato, vimos su rostro relajarse. "Todas la líneas de su cara parecían suavizarse hasta verse en paz, y mas joven." La voz de la mujer se sobrecogió. "Breves minutos después ya había fallecido."
Fervientemente sostuvo las manos de Ruth. "Gracias".

Algunos se preguntarán, ¿A caso hay algún poder especial en el rosario de la Madre Teresa?. Es un rosario de plástico sin valor material. El poder está en la fe que comunican las personas santas. Nos ayudan a encontrarnos con Dios. En realidad Dios desea que todos seamos santos y pasemos por la vida inspirando esa misma fe. Jim solamente sabe que llegan peticiones inesperadas. El siempre pide, cuando presta el rosario: "cuando termines de necesitarlo, revuélvemelo, alguien mas puede necesitarlo."

La propia vida de Jim ha cambiado, desde su inesperado encuentro en el avión. Pensando que la Madre Teresa lleva consigo todo cuanto posee en una bolsita pequeña, hizo un esfuerzo de simplificar su propia vida. Jim dice ahora, "trato de recordarme lo que en verdad es importante - no el dinero, ni títulos, ni posesiones, sino como amamos a los demás."
06/03/2006 01:17
 
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San Benito de Nursia


Es el fundador del monasticismo occidental. Nació en Nursia alrededor del año 480. Murió en Montecasino en 543. La única auténtica vida de Benito de Nursia es la que está contenida en los “Diálogos” de San Gregorio, y es más bien un bosquejo de su carácter que una biografía. Consistente mayoritariamente de eventos milagrosos que, si bien iluminan la vida del Santo, poco ayudan para hacer una descripción cronológica de su vida. Las fuentes de san Gregorio fueron, según lo que él mismo cuenta, algunos discípulos del Santo: Constantino, que lo sucedió como abad de Montecasino, y Honorato, que era abad de Subiaco cuando san Gregorio escribía los “Diálogos”.

Benito fue hijo de un noble romano de Nursia, pequeña población cercana a Espoleto. Hay una tradición, aceptada por san Beda, que afirma que Benito fue gemelo de su hermana Escolástica. Pasó su niñez en Roma, donde vivió con sus padres y asistió a la escuela hasta que llegó a la educación superior. Fue en este punto cuando “habiendo regalado a otros sus libros, y dejando la casa y la riqueza de su padre, deseoso de servir sólo a Dios, se dio a la búsqueda de un sitio donde pudiera lograr ese santo propósito. Fue así que abandonó Roma, instruido por una ignorancia culta y provisto de una sabiduría no aprendida” (“Diálogos”, san Gregorio, II, Introducción, en Migne, P.L. LXVI). No hay concordancia de opiniones acerca de la edad de Benito en ese momento. Generalmente se ha afirmado que fue a los catorce años, pero un examen minucioso de la narración de san Gregorio hace imposible suponer que eso sucedió antes de los 19 ó 20 años. Tenía edad suficiente para haber estado en medio de sus estudios literarios, para entender el significado real y el valor de las vidas disolutas y licenciosas de sus compañeros, y para haber sido él mismo afectado profundamente por el amor de una mujer (Ibid. II, 2). Era perfectamente capaz de sopesar todos esos elementos y compararlos con la vida que se aconsejaba en los Evangelios, y de optar por esta última. Estaba iniciando su vida; tenía a su alcance los medios para hacer una carrera en la nobleza romana. No era ciertamente un chiquillo. San Gregorio afirma: “estaba en el mundo y era libre de disfrutar de las ventajas que el mundo le ofrecía, pero dio un paso atrás del mundo, en donde ya había puesto el pie” (Ibid. Introducción). Si se acepta el año 480 como la fecha de su nacimiento, podremos pensar que el abandono de sus estudios y de su hogar sucedió alrededor del año 500 d.C.

No parece que Benito haya salido de Roma con el objeto de convertirse en eremita, sino simplemente de encontrar un lugar alejado de la vida de la gran ciudad. Basta observar que se llevó con él a su anciana nodriza para que lo sirviera, y se estableció en Enfide, cerca de un templo dedicado a san Pedro, en compañía de “hombres virtuosos” que compartían sus sentimientos y su perspectiva sobre la vida. La tradición de Subiaco identifica Enfide como la actual Affile, que se encuentra en las montañas Simbrucini, alrededor de cuarenta millas de Roma y dos de Subiaco. Está sobre la cima de un risco que se levanta abruptamente desde el valle hacia una cadena de montañas, y que vista desde el valle se asemeja a una fortaleza. Según describe la narrativa de san Gregorio, y lo confirman las ruinas del pueblo antiguo y las inscripciones encontradas en los alrededores, Enfide era un sitio de mayor importancia que la población actual. Fue en Enfide donde Benito operó su primer milagro restaurando a su condición original una criba de trigo hecha de barro que su anciana sierva había roto accidentalmente. El renombre que ese milagro le dio a Benito hizo que éste buscara irse más lejos aún de la vida social y “escapó secretamente de su nodriza y buscó el rincón más apartado de Subiaco”. Había sido transformado el propósito de su vida. Originalmente había escapado de los males de la gran ciudad; ahora estaba determinado a ser pobre y a vivir de su propio trabajo. “Por Dios escogió deliberadamente las durezas de la vida y el cansancio del trabajo” (Ibidem 1).

A una corta distancia de Efide está la entrada de un valle angosto y oscuro que penetra en la montaña y conduce directamente a Subiaco. Al otro lado del río Anio y desviándose a la derecha, el sendero asciende siguiendo la cara izquierda del precipicio y pronto llega al sitio de la villa de Nerón y de la enorme masa formada por el extremo inferior del lago central. En el otro extremo del valle están las ruinas de los baños romanos de los cuales aún subsisten algunos grandes arcos y trozos de los muros. Sobresale de entre veinticinco arcos bajos, cuyos cimientos pueden ser perceptibles aún hoy día, el puente que une la villa y los baños, y bajo el cual fluye en cascada el agua del lago central al lago inferior. Las ruinas de esos amplios edificios y el ancho caudal de la cascada cerraban el paso de Benito al llegar éste de Enfide. Hoy día el valle yace abierto ante nosotros, cerrado solamente por las lejanas montañas. El sendero continúa ascendiendo mientras el lado del precipicio, sobre el que corre, se hace más y más empinado hasta llegar a una cueva sobre la que la montaña se eleva casi perpendicularmente. A su lado derecho desciende rápidamente hasta donde estaban, en tiempos de san Benito, las azules aguas del lago. La boca de la cueva es de forma triangular y tiene unos diez pies de profundidad. De camino desde Efide, Benito encontró a un monje, Romano, cuyo monasterio estaba en la montaña sobre el precipicio donde estaba la cueva. Romano discutió con Benito el propósito del viaje que había llevado este último a Subiaco, y le dio un hábito monacal. Por consejo de Romano, Benito se convirtió en eremita y así vivió por tres años, desconocido de la gente, en esa cueva sobre el lago. San Gregorio dice poco de ese tiempo, pero ya no dice que Benito era un joven (puer) sino un hombre (vir) de Dios. Dos veces nos dice que Romano sirvió al Santo en todo lo que pudo. Parece ser que el monje visitaba frecuentemente a Benito y le llevaba comida en ciertos días. Durante esos años de soledad, rotos sólo por algunos encuentros casuales con el mundo exterior y por las visitas de Romano, maduró en mente y en carácter, en el conocimiento de si mismo y de sus hermanos hombres, y al mismo tiempo no solamente su nombre se fue haciendo famoso sino que conquistó el respeto de quienes vivían a su alrededor. Su nombre era tan respetado que, a la muerte del abad de un monasterio vecino (identificado por algunos como Vicovaro), la comunidad lo buscó para pedirle que aceptara ser el nuevo abad. Benito conocía la vida y la disciplina de ese monasterio y también sabía que “su estilo de vida era distinto al suyo y que nunca podrían estar totalmente de acuerdo, pero, después de un tiempo, vencido por su insistencia, aceptó” (Ibid. 3). La experiencia fracasó. Los monjes intentaron envenenarlo, de modo que Benito volvió a su cueva. A partir de ese tiempo sus milagros se hicieron más frecuentes, y muchas personas, atraídas por su santidad y su carácter, llegaron a Subiaco para ponerse bajo su guía. Benito construyó doce monasterios en el valle para acomodar a esas personas. En cada uno de ellos puso a un superior con doce monjes. El vivía en el treceavo, con “unos cuantos, a los que él consideraba que su presencia sería más útil y podrían ser instruidos mejor” (Ibid., 3). Pero él se convirtió en el abad y el padre de todos. Con el establecimiento de esos monasterios comenzaron las escuelas para niños, y entre éstos, unos de los primeros fueron Mauro y Plácido.

El resto de la vida de Benito fue dedicada a llevar a cabo el ideal de monasticismo que nos ha dejado plasmado en su Regla. Antes de seguir con la breve narración cronológica de su vida que nos transmite san Gregorio, será mejor examinar el ideal que, para san Gregorio, constituye la verdadera biografía de Benito (Ibid. 36). Aquí trataremos de la Regla solamente en cuanto que ésta es un elemento primordial en la vida de san Benito. Para considerar la influencia que la Regla tuvo en el monasticismo de las épocas anteriores y en los gobiernos civiles y religiosos occidentales, y sobre la vida de los cristianos, (vease MONASTICISMO y SAN BENITO)

LA REGLA BENEDICTINA

1. Antes de ponernos a estudiar la Regla de san Benito hace falta señalar que fue escrita para seglares, no para clérigos. No era el propósito del Santo establecer una orden de clérigos con obligaciones y funciones clericales, sino una organización y unas normas apropiadas para la vida doméstica de los seglares que quisiesen vivir en la forma más plena posible la vida sugerida por el Evangelio. “Mis palabras- dice san Benito- se dirigen a ti que, renunciando a tu propia voluntad, te revistes de la fuerte y brillante armadura de la obediencia para pelear por nuestro Señor Cristo, nuestro verdadero Rey” (Prólogo a la Regla). Más tarde, la Iglesia impuso el estado clerical a los benedictinos, y con él se impusieron las obligaciones de las funciones clericales y sacerdotales, pero siempre ha permanecido la impronta del origen seglar de los benedictinos, y ello constituye quizás una de las señales distintivas de esa orden frente a otras de origen posterior.

2. Otra característica de la Regla del Santo es su perspectiva del trabajo. La así llamada orden no se estableció para llevar a cabo algún trabajo en particular ni para solucionar alguna crisis de la Iglesia en particular, como sucedió en otras órdenes. Para Benito, el trabajo de sus monjes era simplemente un medio para llegar a lo bueno de la vida. La gran fuerza disciplinaria de la naturaleza humana es el trabajo; el ocio es su ruina. El objetivo de su Regla era llevar a los hombres “de regreso a Dios por el trabajo obediente, del que se habían alejado por el ocio de la desobediencia”. El trabajo es la primera condición de crecimiento en el bien. Fue precisamente para que su propia vida se “fatigara con el trabajo en nombre de Dios” que san Benito dejó Enfide para ir a la cueva de Subiaco. San Gregorio comenta que es necesario que los elegidos de Dios se “fatiguen con labores y penas” al inicio, cuando las tentaciones son más fuertes. En el proceso de regeneración de la naturaleza humana en el orden de la disciplina, incluso la oración tiene un segundo lugar, detrás del trabajo, ya que en el alma del ocioso la gracia se encuentra con el rechazo. Cuando “el Godo” (uno del que habla san Gregorio) “dejó el mundo” y subió a Subiaco, san Benito le entregó un azadón y lo envió a desbrozar un campo para hacer un jardín. “Ecce!, Labora!”, ve y trabaja. El trabajo no era, como afirmaban las civilizaciones contemporáneas, una condición peculiar de los esclavos. Es el destino de todo hombre, necesario para su bienestar como persona humana y esencial como cristiano.

3. La vida religiosa, según la concibió san Benito, es esencialmente social. Una vida alejada de los demás, la vida de los eremitas, si quiere ser sana e integral, sólo es buena para unos cuantos, y éstos deben haber alcanzado una etapa avanzada de auto disciplina a través de la vida comunitaria (Regla, 1). La Regla se ocupa totalmente de la reglamentación de la vida de una comunidad de varones que oran, comen y trabajan juntos y sirve no solamente como estrategia didáctica, sino como un elemento permanente de su vida. La Regla concibe al superior como alguien siempre presente y en continuo contacto con cada miembro del gobierno, el cual es descrito como patriarcal o paternal (Ibid. 2, 3, 64). El superior es la cabeza de la familia. Todos son miembros permanentes de un hogar. Gran parte de la enseñanza espiritual de la Regla queda escondida entre una normatividad que parece ser simplemente social y la organización doméstica (Ibid. 22-23, 35-41). Todo el marco y la enseñanza de la Regla están de tal modo conectados con la vida doméstica que se puede pensar que un benedictino, más que entrar a una orden religiosa parece entrar a una familia. El carácter social de la vida benedictina ha encontrado su expresión en un tipo fijo de monasterios y en la clase de trabajos emprendidos por los benedictinos. Además, está asegurado por un absoluto comunismo en las posesiones (Ibid. 33, 34, 54, 55), por la rigurosa supresión de todo rango mundano- “nadie de noble cuna puede ser (por esa razón) ser puesto en una posición superior a quien antes era esclavo” (Ibid., 2)-, y por la presencia forzada de todos en las rutinas diarias de la casa.

4. Si bien la Regla prohíbe estrictamente la propiedad privada, en el concepto que san Benito tenía de la vida monástica no entraba el que los mojes, como cuerpo, debieran desprenderse de toda riqueza y vivir de las limosnas de los fieles. Su propósito era más bien limitar los requerimientos individuales a sólo aquello que es estrictamente necesario y simple, y asegurar que el uso y administración de las posesiones comunes se realizaran de acuerdo al Evangelio. La idea benedictina de pobreza es muy distinta de la franciscana. Los benedictinos no hacen un voto explícito de pobreza. Su único voto es de obediencia según la Regla. La Regla permite todo lo que es necesario al individuo, junto con ropa suficiente y variada, comida abundante (excepción hecha de carne de cuadrúpedos), vino y suficiente sueño (Ibid. 39, 40, 41, 55). Las posesiones pueden ser tenidas en común, pueden ser muchas, pero siempre deben ser administradas a favor del trabajo de la comunidad y para el beneficio de otros. El monje individual es pobre, pero el monasterio debe estar en posibilidad de dar limosnas y no obligado a recibirlas. Hay que aliviar al pobre, vestir al desnudo, visitar al enfermo, enterrar a los muertos, auxiliar a los afligidos (Ibid. 4), acoger a los forasteros (Ibid. 3). Los pobres se acercaban a Benito para obtener medios de pagar sus deudas (Dial. San Gregorio, 27); se acercaban a él para saciar su hambre (Ibid. 21, 28).

5. San Benito diseñó una forma de gobierno que merece atención. Está contenido en los capítulos 2, 3, 31, 64, 65 de la Regla y en ciertas frases claves dispersas en los demás capítulos. Al igual que la Regla, también su modelo de gobierno no está diseñado para una orden sino para una comunidad. Presupone que los miembros de la comunidad se han unido, por la promesa de estabilidad, comprometidos a pasar sus vidas juntos bajo la Regla. El superior es elegido por medio de sufragio universal y libre. Se puede decir que su gobierno es una monarquía, pero sometida a la Regla como constitución. Todo se deja a la discreción del abad, dentro del marco de la Regla, y cualquier posible abuso de autoridad es controlado por la religión (Regla, 2), por el debate abierto sobre los asuntos importantes en la comunidad, y por la discusión con los ancianos acerca de los asuntos menores (Ibid. 3). La realidad de esta vigilancia sobre la voluntad del gobernante sólo se puede apreciar debidamente cuando se recuerda que tanto el gobernante como la comunidad están unidos de por vida, que todos están inspirados por el propósito común de llevar a cabo la concepción de la vida que aparece en el Evangelio, y que la relación de los miembros de la comunidad entre si y con el abad, y del abad hacia ellos, está sublimada y espiritualizada por un misticismo que se inspira en las enseñanzas del Sermón de la Montaña, acogidas éstas como verdades que deben ser vividas en la vida real.

6. (a) Cuando un hogar cristiano, o una comunidad, ha sido organizada sobre la aceptación voluntaria de los deberes y responsabilidades sociales de cada miembro, sobre la obediencia a una autoridad y, más aún, sobre la disciplina continua de trabajo y auto negación, el siguiente paso en la regeneración de los miembros, en su conversión a Dios, es la oración. La Regla habla directa y explícitamente de la oración pública. A ella le asigna Benito los salmos y cánticos, con lecturas de la Sagrada Escritura y de los Padres. Dedica 11 de los 27 capítulos de su Regla a la normatividad de la oración pública. Es característico de la libertad de su Regla, y de la “moderación” del Santo, que él concluye sus cuidadosas enseñanzas diciendo que si algún superior no está de acuerdo con lo que él indica puede libremente modificarlo. Únicamente insiste en que todo el salterio debe ser recitado en una semana. Añade que la práctica de los Santos Padres era indiscutiblemente “recitar en un solo día lo que nosotros, los tibios monjes, apenas hacemos en una semana” (Ibid. 18). Por otra parte, advierte en contra del celo excesivo al establecer la regla general de que “la oración hecha en comunidad siempre debe ser breve” (Ibid.. 20). Es muy difícil sistematizar la enseñanza de san Benito acerca de la oración, sobre todo porque, desde su perspectiva acerca del carácter cristiano, la oración es algo que debe coexistir con la vida toda, y la vida, a su vez, no es completa si no está empapada por la oración.

(b) San Benito llama “el primer grado de humildad” a la oración que cubre todas nuestras horas de vigilia. Consiste en estar en presencia de Dios (Ibid. 7). El primer paso se da cuando lo espiritual se une a lo meramente humano, o, como lo expresa el Santo, es el primer escalón de una escalera que va del cuerpo al alma. La habilidad para practicar este tipo de oración se refuerza con el cuidado del “corazón”, sobre el que insiste frecuentemente el Santo. El corazón se libra de la disipación resultante de las relaciones sociales gracias al hábito mental de ver a Jesucristo en todos los demás. “Hay que servir en todo al enfermo como si fuera el mismo Cristo” (Ibid.. 36). “Que los visitantes que se acerquen a nosotros sean recibidos como Cristo” (Ibid.. 53). “Ya seamos libres, ya esclavos, todos somos uno en Cristo y tenemos igual rango en el servicio de Nuestro Señor” (Ibid.. 2)

(c) En segundo lugar está la oración. Esta debe ser breve y se debe decir en intervalos durante la noche y en siete distintas ocasiones durante el día, de modo que, de ser posible, no se darán largos intervalos sin que haya una llamada a la oración formal, vocal (Ibid.. 16). El lugar que Benito da a la oración pública, común, se puede describir diciendo que él la estableció como el centro de la vida comunitaria a la que se vinculan sus monjes. Se trata nada menos que de la consagración, no del individuo, sino de la comunidad entera a Dios a través de la repetición diaria de actos públicos de fe, de alabanza y de adoración al Creador. Este acto público de culto a Dios, este “opus Dei”, debería ser la tarea principal de sus monjes, a la vez que la fuente de la que todas las demás faenas tomaran su inspiración, dirección y fuerza.

(d) En último lugar está la oración privada. Sobre ella no da ninguna norma el Santo. Debe apegarse a los dones personales: “Si alguno desea orar en privado, déjesele ir en silencio al oratorio a orar, no en voz alta, sino con lágrimas y fervor de corazón” (Ibid.. 52). “Nuestra oración debe ser breve y con pureza de corazón, aunque puede ser prolongada por la inspiración de la gracia divina” (Ibid.. 20). Si san Benito no da más normas acerca de la oración privada es porque toda la condición y el modo de vida asegurado por la Regla, así como el carácter derivado de la observancia de esta última, conduce naturalmente a estados más elevados de oración. El Santo escribe: “Tú, quienquiera que tengas prisa por ir hacia la Patria Celestial, cumple con la ayuda de Cristo esta pequeña regla que he escrito para los principiantes, y a la larga llegarás, bajo la protección de Dios, a las altas cimas de la doctrina y virtud de las que hablamos más arriba” (Ibid. 73). Refiere Benito al lector a los Padres, a Basilio y a Casiano para guía acerca de esos estados más elevados.

De este corto examen de la Regla y su sistema de oración, parece obvio que describir la orden benedictina como contemplativa es un error, si es que se usa el término en su acepción técnica moderna, que excluye el trabajo activo. Lo “contemplativo” indica una forma de vida marcada por diferentes circunstancias y con un propósito distinto al de san Benito. La Regla, incluyendo su sistema de oración y la salmodia pública, está hecha para toda clase de mentes y para cada grado de conocimiento. No sólo fue redactada para los cultos y para las almas avanzadas en la perfección, sino que organiza y dirige completamente la vida de las personas sencillas y los pecadores, para que puedan cumplir los mandamientos y comenzar una vida de bien. “Hemos escrito esta Regla- escribe san Benito- para que a base de cumplirla en los monasterios podamos demostrarnos a nosotros mismos que tenemos un cierto grado de bondad en la vida y el inicio de la santidad. Pero para aquellos que desean acelerar su camino a la perfección de la religión, ahí están las enseñanzas de los Santos Padres, cuyo seguimiento puede llevar a los hombres al culmen de la perfección” (Ibid.. 73). Antes de abandonar el tema de la oración será bueno señalar de nuevo que al ordenar la recitación pública y el canto del salterio, san Benito no estaba poniendo sobre sus monjes obligaciones claramente clericales. El salterio era la forma común de oración de todos los cristianos. No debemos ver en la Regla algunas características que edades posteriores y la disciplina han convertido en algo inseparable de la recitación pública del Oficio Divino.

Podemos ahora retomar la historia de san Benito. No sabemos cuánto tiempo permaneció en Subiaco. El Abad Tosti conjetura que debe haber sido hasta el año 529. De esos años san Gregorio se contenta con narrar algunas historias que describen la vida de los monjes y el carácter y gobierno de san Benito. Esta última función la realizó san Benito al intentar llevar a cabo en los doce monasterios su concepto de vida monástica. A partir de la Regla podemos intentar completar muchos detalles. Por experiencia propia y por su conocimiento de la historia del monasticismo, Benito sabía que la regeneración del individuo, fuera de casos excepcionales, no se logra a través de la soledad, ni de la austeridad, sino siguiendo el camino trillado del instinto social del hombre, con sus condiciones necesarias de obediencia y trabajo. Sabía también que ni la mente ni el cuerpo pueden ser sobrecargados en su esfuerzo de evitar el mal (Ibid.. 64). Por eso en Subiaco no encontramos solitarios, ni eremitas conventuales, ni grandes austeridades, sino únicamente varones reunidos en comunidades organizadas con el objeto de llevar vidas buenas, trabajando en lo que les llegaba a sus manos: portando agua hasta la cima de pronunciadas montañas, haciendo faenas de casa, construyendo los doce claustros, limpiando el terreno, haciendo jardines, enseñando a los niños, predicando a los campesinos, leyendo y estudiando al menos cuatro horas diarias, acogiendo a los forasteros, recibiendo y entrenando a los nuevos monjes, participando en las horas regulares de oración, recitando y cantando el salterio. La vida de Subiaco y el carácter de san Benito atrajeron a muchos a los nuevos monasterios, pero con los números cada vez mayores, y su creciente influencia, llegaron también inevitablemente los celos y las persecuciones, que alcanzaron su punto culminante cuando un sacerdote vecino intentó escandalizar a los monjes llevándoles una mujer desnuda para que bailara en el patio del monasterio donde residía san Benito (Dial. San Gregorio, 8). Para proteger a sus seguidores de ulteriores persecuciones, Benito abandonó Subiaco y se dirigió a Monte Casino. .

Sobre la cima de Monte Casino “había una antigua capilla en la que la gente simple del campo, según la costumbre de los gentiles viejos, daba culto al dios Apolo. Alrededor y sobre ella, en todos lados, había madera para el servicio de los demonios, y en ella, hasta ese día, la loca multitud de infieles ofrecían los más perversos sacrificios. El hombre de Dios, acercándose, hizo pedazos el ídolo, destruyó el altar y puso fuego a la madera, y en lo que había sido el templo de Apolo construyó el oratorio de san Martín; donde había estado el altar del mismo Apolo construyó un oratorio para san Juan. Gracias a su continua predicación llevó a los pobladores de la región a abrazar la fe cristiana” (Ibid.. 8). Fue en este sitio que el Santo edificó su monasterio. Su experiencia de Subiaco le había aconsejado cambiar sus planes, por lo que en esta ocasión en vez de construir varias casas, con una comunidad pequeña en cada una, puso a todos los monjes en el mismo monasterio y cuidó de su gobierno nombrando a un prior y varios decanos (Regla, 65, 21). En la Regla- que probablemente fue redactada en Montecasino- no encontramos pista alguna que nos ayude a entender porqué construyó esos doce monasterios en Subiaco. La vida de la que hemos sido testigos en Subiaco se reanudó en Montecasino, pero el cambio de la situación y de las condiciones locales produjeron una modificación en el trabajo adoptado por los monjes. Subiaco es un valle lejano, perdido en las montañas y de difícil acceso. Casino está en una de las carreteras más transitadas del sur de Italia, y no está lejos de Capua. Eso ocasionó que el monasterio estuviera más en contacto con el mundo exterior. Pronto se convirtió en un centro de gran influencia en un distrito muy poblado, en el que había varias diócesis y otros monasterios. Los abades llegaban a consultar a Benito. Había visitas continuas de gentes de toda clase, y entre los amigos de Benito se contaban nobles y obispos. Había también en la cercanía monasterios de monjas a los que los monjes acudían para predicar y enseñar. Hay un poblado cercano en el que Benito predicó e hizo muchos conversos (Dialog. San Gregorio, 19). El monasterio se convirtió en un protector de los pobres y su garante (Ibid.. 13), su refugio en la enfermedad, en las angustias, en los accidentes y en la necesidad.

Durante la vida del Santo hay una cosa que siempre ha permanecido como una característica inmutable de las casas benedictinas: sus miembros aceptan cualquier trabajo que se adapte a sus circunstancias peculiares; el que sea dictado por sus necesidades. Así encontramos a los benedictinos enseñando en escuelas pobres y en universidades, practicando las bellas artes y haciendo faenas de agricultura, teniendo cuidado de las almas o consagrándose enteramente al estudio. Ninguna labor es ajena al benedictino, con la condición de que sea compatible con la vida comunitaria y con el rezo del Oficio Divino. Tal libertad de elección laboral es indispensable en una Regla que tenía el propósito de ser útil para en tiempo y lugar, pero sobre todo era el fruto natural de la perspectiva de san Benito, lo que lo hace diferente de los fundadores de órdenes religiosas posteriores. Éstos tenían en mente un trabajo especializado al que deseaban que se dedicaran sus seguidores. El objetivo de san Benito era crear una Regla que pudiera ser observada por cualquiera que quisiera seguir los consejos evangélicos, en la vida, en la oración y en el trabajo, para salvar su alma. La narración que hace san Gregorio del establecimiento de Montecasino únicamente nos da pequeñas pinceladas desconectadas de escenas que dibujan la vida diaria de la vida monacal. Hay algunos datos biográficos novedosos. Desde Montecasino san Benito fundó otro monasterio cerca de Terracina, en la costa, como a cuarenta millas de distancia (Ibid.. 22). Añadiremos el don de la profecía a la sabiduría de la larga experiencia y a las maduras virtudes de la santidad. San Gregorio nos da muchos ejemplos. Entre estos, el caso más celebrado es el de la visita de Totila, Rey de los Godos, en el año 543, cuando el Santo lo “regañó por sus malas acciones y en pocas palabras le advirtió sobre todo lo que le iba a suceder, diciéndole: “Haces diariamente mucho mal, y has cometido muchos pecados; abandona ya tu vida de pecado. Entrarás a la ciudad de Roma, y cruzarás el mar; has de reinar nueve años y al décimo dejarás esta vida mortal”. Al oír esas palabras, el Rey se atemorizó, y se alejó, deseando que el santo varón hiciera oración a Dios por él. Desde entonces nuca fue tan cruel como antes. Poco después fue a Roma, viajó por mar a Sicilia, y al décimo año de su reinado perdió el reino y la vida (Ibid.. 15).

La fecha de la visita de Totila a Montecasino, 543, es la única fecha de la vida del Santo de la que tenemos certeza. Debe haber acontecido cuando Benito ya era de edad avanzada. Como otros biógrafos, el Abad Tosti data la muerte del Santo en ese mismo año. Poco antes de su muerte oímos hablar por primera vez de su hermana Escolástica. “Ella había sido dedicada al Señor desde su infancia, y llegaba a visitar a su hermano cada año. Y el hombre de Dios se alejaba un poco de la puerta, a un sitio que pertenecía a la abadía, para platicar con ella” (Ibid.. 33). Su último encuentro sucedió tres días antes de la muerte de Escolástica, en un día “en que el cielo estaba tan claro que no se veía ninguna nube”. La hermana le rogó a Benito que pasaran la noche juntos, pero “nada lo hizo acceder a ello, diciendo que por ningún motivo podía él pasar la noche fuera de la abadía... La monja, habiendo oído la negación de su hermano, juntó sus manos, las colocó sobre la mesa e, inclinándose sobre ellas, oró a Dios Todopoderoso. Al levantar la cabeza de la mesa, súbitamente se desató una terrible tempestad de rayos y truenos, y tan copiosa lluvia, que ni el venerable Benito, ni los monjes que lo acompañaban, pudieron sacar la cabeza fuera de la puerta” (Ibid.. 33).Tres días después “Benito observó cómo el alma de su hermana, separada de su cuerpo, en forma de paloma, ascendía al cielo. Lleno de regocijo de ver su gran gloria, dio gracias Dios todopoderoso con himnos y alabanzas, y comunicó la noticia de la muerte de su hermana a los monjes, a quienes mandó llevar su cadáver a la abadía, para enterrarlo en la tumba que él había preparado para si mismo” (Ibid.. 34). Debe haber sido por ese mismo tiempo que Benito tuvo esa maravillosa visión, en la cual él estuvo tan cerca de ver a Dios cuanto es posible a un ser humano en esta vida. Los santos Gregorio y Buenaventura dicen que Benito vio a Dios y que en esa visión de Dios también vio todo el mundo. Santo Tomás niega que eso haya sido posible. Sin embargo, Urbano VIII no duda en afirmar que “el Santo, aún estando en esta vida, merecía ver a Dios en persona y, en Él, todo lo que está bajo Él”. Si no fue al Creador a quien vio, ciertamente vio la luz que reside en el Creador, y en esa luz, dice san Gregorio: “vio todo el mundo reunido como si estuviera bajo un rayo de sol. Al mismo tiempo vio el alma de Germano, Obispo de Capua, siendo llevado por los ángeles al cielo en un globo de fuego” (Ibid. 35). Una vez más se le revelaron las cosas escondidas de Dios, y él avisó a sus hermanos, tanto “a los que habían vivido con él diariamente como a los que vivían lejos” de su próxima muerte. “Seis días antes de morir dio órdenes de que se abriera su sepulcro y siendo preso de una calentura, con tremenda fiebre comenzó a perder el sentido. Como la enfermedad empeorase día a día, al sexto día ordenó a sus monjes que lo llevaran al oratorio, en donde se armó por la recepción del Cuerpo y sangre de Nuestro Salvador Jesucristo. Sostenido por los brazos de sus discípulos, se irguió con los brazos hacia el cielo, y orando de esa manera entregó su espíritu” (Ibid, 37). Fue sepultado en la misma tumba que su hermana “en el oratorio de San Juan Bautista, que él mismo había edificado cuando derribó el altar de Apolo” (Ibid). Existen ciertas dudas sobre si los restos del Santo reposan en Montecasino, o si fueron llevados a Fleury. El Abad Tosti, en su “Vida de San Benito”, discute ese punto con profundidad (cap. XI) y decide la controversia a favor de Montecasino.

Quizás los rasgos más notables de san Benito sean su profundo y amplio sentimiento humano y su moderación. Lo primero se revela en muchas anécdotas registradas por san Gregorio. Lo vemos en su simpatía y cuidado por el más sencillo de los monjes; su prisa por ayudar al pobre godo que había perdido su azada; su pasar horas durante la noche en la montaña para evitar a sus monjes la carga de acarrear agua y así quitar de sus vidas una “causa justa de molestia”; quedarse tres días en un monasterio para enseñar a uno de los monjes a “quedarse quieto durante la oración como los demás monjes”, en vez de salirse de la capilla y vagar por ahí “buscando ocuparse en asuntos terrenales y pasajeros”. Permite al cuervo del bosque vecino acercarse diariamente, mientras los demás están cenando, para alimentarlo él mismo. Su pensamiento siempre está con los ausentes. Sentado en su celda sabe que Plácido ha caído en un lago; tiene una visión en la que acontece un accidente a unos constructores y les manda avisar; en espíritu y en una especie de presencia real, está con sus monjes “comiendo y refrescándose” durante un viaje de estos últimos, con su amigo Valentiniano de camino al monasterio, con un monje recibiendo de las monjas un regalo, con la nueva comunidad de Terracina. A lo largo de la narración de san Gregorio, siempre aparece como el mismo hombre amante de la paz, quieto, gentil, digno, fuerte, que gracias a la sutil fuerza de su simpatía se convierte en el centro de las vidas e intereses de todos los que lo rodean. Lo vemos en el templo con sus monjes, durante la lectura, a veces en los campos, pero más normalmente en su celda donde los mensajeros frecuentemente lo hallan “llorando silenciosamente en su oración”, y durante las horas de la noche de pie “junto a su ventana en la torre, ofreciendo a Dios sus oraciones”. A veces también, como lo descubrió Totila, está sentado fuera de la puerta de su celda, o “ante el portón del monasterio, leyendo un libro”. Benito nos ha dejado un retrato de si mismo en su descripción del abad ideal (Regla, 64):

“Es propio del abad estar siempre haciendo algo bueno a favor de sus hermanos, en vez de presidir sobre ellos. Debe por tanto, estar educado en la ley de Dios, para saber cuándo debe sacar cosas nuevas y viejas; debe ser casto, sobrio y misericordioso, siempre prefiriendo la misericordia que la justicia, para que él también obtenga misericordia. Odie el pecado y ame a sus hermanos. Aún al corregirlos, actúe con prudencia, sin ir muy lejos, porque un afán desmedido de quitar aprisa la herrumbre puede causar que se rompa el vaso. Nunca pierda de vista su propia fragilidad y recuerde que no se debe romper la vara raspada. Con lo cual no queremos decir que se debe soslayar el vicio, sino que debe erradicarlo con prudencia y caridad, en la forma más conveniente a cada persona, como ya dijimos. Busque mejor ser amado que temido. Que no sea violento o demasiado ansioso; ni exigente u obstinado; ni celoso o suspicaz. Porque si no lo hace así, jamás podrá descansar. Al dar órdenes, ya temporales ya espirituales, siempre hágalo en forma prudente y considerada. Cuando deba imponer trabajos, sea discreto y moderado, teniendo en mente la discreción del santo Jacob cuando dijo: “Si canso demasiado a mi rebaño, todas las ovejas perecerán en un día”. Con tales testimonios sobre la discreción, la madre de todas las virtudes, sacados de estas o parecidas palabras, siempre actúe moderadamente, de modo que el fuerte siempre tenga algo porque luchar y el débil nada de que temer”.

Enciclopedia Catolica
08/03/2006 05:50
 
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Santo Toribio Romo González

El santo protecor de los "mojados".

Uno de los santos mexicanos actualmente más conocidos en el país y también en los Estados Unidos. Se le conoce popularmente como el Patrono de los Mojados


El Padre Toribio Romo González es uno de los santos mexicanos actualmente más conocidos en el país y también en los Estados Unidos. Se le conoce popularmente como el Patrono de los Mojados, es decir, de los obreros mexicanos que pasan temporadas en los Estados Unidos en busca del sustento familiar. Muchos de ellos, en la actualidad, se encomiendan a su protección y no quedan defraudados.
Algunos fines de semana, la población de Santa Ana Guadalupe, que cuenta con 300 habitantes, en la región de Los Altos de Jalisco, contempla la llegada de más de 50 autobuses repletos de peregrinos de diversas partes del país, quienes van a rezar ante la tumba de santo Toribio Romo, a pedirle favores o también a agradecerle su protección durante algún momento difícil mientras se encontraban de jornaleros en el vecino país norteño. A la entrada de la población se levanta un arco monumental de cantera rosa, erigido en el 2000, el año de su canonización, por un grupo de agradecidos braceros de Zacatecas que le reconocen como su protector.

Se cuentan algunos casos singulares. Entre ellos el del señor Jesús Buendía, un campesino zacatecano de 45 años, quien en la década de los ochenta decidió pasarse como indocumentado a California en busca de empleo en alguna plantación agrícola. Un “pollero” en Mexicali le hizo cru¬zar la frontera, pero fueron descubiertos por la patrulla de vigilancia y aquel hombre lo abandonó a su suerte. Buendía se internó en el desierto para escapar de la guardia.

Después de caminar varios días por veredas desoladas, y desfalleciendo de calor y sed, vio acercarse una camioneta. De ella bajó un joven delgado, de tez blanca y ojos azules, quien en perfecto español le ofreció agua y alimento. Le dijo que no se preocupara porque le indicaría dónde solicitaban peones. También le dejó unos dólares como ayuda.
A manera de despedida, aquel buen samaritano salido del desierto le dijo:
- Cuando tengas dinero y trabajo, si vuelves a México búscame en Jalostotitlán, Jalisco. Pregunta por Toribio Romo.
Pasados unos años en California, Jesús Buendía regresó a México y quiso agradecer a Toribio su ayuda tan importante en aquella ocasión dramática. Se dirigió a Jalostotitlán y de allí lo mandaron a Santa Ana Guadalupe, a unos 10 kilómetros del pueblo.
“Ahí pregunté por Toribio Romo y me dijeron que estaba en el templo. Casi me da un infarto cuando vi la fotografía de mi amigo y protector en el altar mayor. Supe que se trataba del sacerdote Toribio Romo, asesinado durante la Guerra Cristera. Desde entonces me encomiendo a él cada vez que me voy a los Estados Unidos a trabajar.”


Sacerdote a los 23 años

Despierta el interés conocer por qué este santo jalisciense, muerto a los 27 años, se ha constituido en el protector de los trabajadores que emigran al gran país del norte en busca de mejores medios de subsistencia. Dios lo sabe, seguramente. Hay algunos datos de su biografía que hacen entrever su preocupación, desde muy joven, por mejorar la situación de los obreros y su progreso social y moral. Tal vez por haber experimentado en su propia carne desde pequeño las duras condiciones de la pobreza y el trabajo, pues Toribio siendo niño ayudó como pastor para colaborar en el sustento familiar. Además, está el hecho de haber nacido en una tierra de emigrantes, que saben las penurias que se pasan lejos de los seres queridos.
Los datos principales de la vida y martirio de este santo sacerdote son bastante conocidos31. El P. Toribio no había cumplido aún 27 años cuando fue asesinado por un grupo de soldados del gobierno y campesinos agraristas, contrarios a los cristeros, en el lugar donde había una fábrica de tequila en Agua Caliente, Jalisco. Llevaba apenas cuatro como sacerdote, pues había sido ordenado muy joven, poco antes de cumplir los 23 años.

De los altos de Jalisco

Toribio era hijo de Patricio Romo y Juana González, dos sencillos campesinos del rancho de Santa Ana de Guadalupe, perteneciente a la parroquia de Jalostotitlán, donde nació el 16 de abril de 1900. Al día siguiente de su naci¬miento fue bautizado por el párroco D. Miguel Romo. A los siete años recibió la Primera Comunión. Toribio creció y se educó en una familia cristiana, en un pueblo sencillo y fervoroso que acostumbraba realizar la Adoración nocturna al Santísimo y vivía una filial devoción a la Santísima Virgen de Guadalupe; era costumbre arraigada en todos los hogares rezar el rosario en honor de la Santísima Virgen, todas las noches al volver de las jornadas del campo, generalmente después de cenar y antes de entregarse al sueño reparador.

Desde niño estuvo muy unido de modo especial a su hermana mayor María, “Quica”, quien hizo las veces de segunda madre y le inculcó un gran amor por la Santísima Virgen. También estuvo muy unido a Román, su hermano menor, quien también llegó al sacerdocio y vivió como él las penurias de la persecución contra la Iglesia y sus ministros. Desde pequeño, el P. Toribio expresó su deseo de ir al cielo, y hablaba con frecuencia de él con alegría y esperanza. Una noche, contemplando el cielo tachonado de estrellas brillantes, le dijo a su hermana:
—Quica, yo creo que en la cumbre de la “Mesita” está el cielo. ¡Cómo deseo ir allá! (En esa pequeña cumbre se construyó años más tarde una capilla).

sensible a las Necesidades de los pobres

Toribio pasó su niñez como pastor. Fue un muchacho sencillo, jovial, acostumbrado a la austeridad, y muy perceptivo de las necesidades de los demás. Desde pequeño también mostró su inclinación por el sacerdocio, ya que fungió como acólito o monaguillo de su parroquia y se distinguió por su piedad y atención en el momento de ayudar al sacerdote en la Santa Misa.
A los 13 años se hizo realidad su sueño de comenzar la carrera sacerdotal. Entró primero en el Seminario de San Juan de los Lagos, ciudad en donde también ingresó en la Acción Católica, y desde entonces mostró una sensibilidad especial por los problemas sociales y sindicales de los obreros y sus familias, cuya existencia transcurría entre la marginación y la pobreza.
Le interesaba mucho la educación de los niños. Como seminarista, el joven Toribio era muy dedicado a la oración, asistía a la santa misa, comulgaba diariamente y durante el día hacía frecuentes visitas al Santísimo Sacramento. Todos los días rezaba el rosario en honor de la Madre de Dios. Al cumplir los 20 años, pasó al seminario de Guadalajara para continuar y concluir sus estudios sacerdotales.

Finalmente, llegó el año de su ordenación, en que pudo culminar todos sus esfuerzos y privaciones que le parecieron muy poca cosa delante del magno don que Dios le otorgaba: ser sacerdote de Jesucristo. Tenía muy presentes aquellas palabras de Jesús: “No me habéis elegido vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros”. El P. Toribio recibió el diaconado el 3 de septiembre de 1922, y el 23 de diciembre del mismo año fue ordenado sacerdote. En su diario dejó escrito sus propósitos y resoluciones al recibir las órdenes sagradas. Allí se encuentra la consagración que hizo de su compromiso sacerdotal al Corazón de Jesús:
“A ti, Corazón divino de Jesús, a ti Azucena del Tepeyac, mi adorada Madre y mi única soberana, a ti castísimo San José, consagro de hoy y para siempre el voto de mi perpetua castidad. Ayudadme y llevadme de la mano por este camino.”

Cantó su Primera Misa de un modo solemne en Santa Ana, el 5 de enero de 1923, en el templo dedicado a la Virgen de Guadalupe, cuyos cimientos había iniciado él mismo, siendo todavía seminarista, y donde un día descansarían sus restos mortales. Sus cuatro años de sacerdote los pasó en varias parroquias rurales, donde destacó por el celo con que trabajó en su ministerio sacerdotal durante los años de persecución, atendiendo especialmente a los niños y a los obreros, quienes vivían en duras condiciones de pobreza y marginación.
El P. Toribio mostró un gran amor a la Eucaristía, consciente de que en Ella se contiene toda la gracia y toda la fortaleza del sacerdote para su ministerio y para afrontar las más duras pruebas como el martirio. Solía rezar delante de Jesucristo Sacramentado:
“Señor, perdóname si soy atrevido, pero te ruego me concedas este favor: no me dejes ni un día de mi vida sin decir la misa, sin abrazarte en la comunión... dame mucha hambre de ti, una sed de recibirte que me atormente todo el día hasta no haya bebido de esa agua que brota hasta la vida eterna, de la roca bendita de tu costado herido.”

Vocaciónal martirio

En septiembre de 1927, cuando la guerra cristera estaba en su apogeo, el Sr. Arzobispo de Guadalajara, Francisco Orozco y Jiménez, le dio la orden de encargarse de la parroquia de Tequila, que era entonces uno de los lugares donde las autoridades civiles y militares odiaban más a los sacerdotes. Otro sacerdote había rechazado ir a la población de Tequila por este motivo. El P. Toribio, obedeciendo dócilmente a su prelado y venciendo el miedo natural que la nueva misión le inspiraba, se dispuso a marchar allá después de recibir la bendición de su obispo para cumplir con un mandato que también le llevaría al martirio.

En los planes de Dios no hay casualidades. Se trata más bien de su santa Providencia, que permite las cosas y los acontecimientos para nuestro bien espiritual, aunque tardemos en darnos cuenta. Al P. Toribio Dios lo había elegido también para la vocación martirial. Quería que su sangre sacerdotal sirviera para la reconciliación y para el bien de la Iglesia perseguida en México, para derramar abundantes frutos de perdón y de conversión en muchas almas.

Durante sus años de seminarista, Toribio había sufrido muchas limitaciones materiales, como carecer de la ropa necesaria, de alimentos, de libros para completar sus estudios; su familia era tan pobre que no podía costearle apenas nada. Sin embargo, nunca se le oyó quejarse, sino que confió plenamente en la providencia divina. Practicó con sencillez la virtud de la fortaleza cristiana y la resignación en medio de las dificultades. Sufrió con paciencia las burlas y bromas pesadas de algunos compañeros en el seminario, pero eso nunca le hizo apartarse lo más mínimo de su camino, pues él tenía muy claro que Dios lo llamaba al sacerdocio.
Después, en Tequila, con el nombramiento de encargado de la parroquia, ejerció su ministerio especialmente en la administración de los sacramentos, pero sin abandonar la catequesis y la preparación de los niños a la Primera Comunión. Llevó adelante su ministerio en Tequila de un modo heroico, puesto que el P. Toribio sabía que lo podían asesinar, y sin embargo afrontaba el peligro con tal de asistir a los enfermos que lo solicitaban. En las poblaciones donde san Toribio Romo cumplió su ministerio sacerdotal, los fieles siempre vieron en él un sacerdote abnegado y apostólico; un pastor que amaba a las personas del lugar y trataba de conducirlas hacia Cristo.

Anteriormente, en los primeros años de su ministerio estuvo en diversas poblaciones de su estado natal: Sayula, después en Tuxpan y poco más adelante en Yahualica, donde se le ordenó recluirse en su casa y le prohibieron rezar públicamente el rosario y celebrar la misa. Fue una prueba dolorosa que Dios permitió y que el padre Toribio llevó con resignación y paciencia. Así se iba templando su ánimo para el sacrificio supremo que le esperaba.
Después lo destinaron a Cuquío, otra población de Jalisco, en donde encontró un párroco santo, el futuro mártir P. Justino Orona. En lo más duro de la persecución contra la Iglesia y sus ministros, los dos buenos sacerdotes pasaron meses por demás azarosos, siempre a salto de mata y espe¬rando de un momento a otro la muerte de mano de los perseguidores. La jovialidad del Padre Toribio le permitía estar siempre alegre y procurando cada día una mayor intensidad de espíritu y constante oración por la Iglesia y la patria.

A la carne de chivo

El P. Justino Orona, párroco de Cuquío, era sacerdote desde 1904 y fue sacrificado por sus enemigos el 1 de julio de 1928 en una ranchería cercana a Cuquío35. Era la madrugada de aquel inicio de julio cuando los soldados llegaron al rancho “Las Cruces” y rompieron a culatazos la puerta del cuarto donde se encontraba el P. Orona, con su vicario el P. Atilano Cruz, también mártir.
- Miren quiénes estaban por aquí... ¡dos curas, dos pe¬ces gordos! ¡Qué calladitos estaban! ¡P’a fuera, desgraciados. Ora verán lo que es bueno!..
Con fuertes risotadas e insultándoles, los soldados echaron una soga al cuello del P. Orona y a la cabeza de la silla de montar: con los caballos lo arrastraron fuera del rancho. Su cuerpo quedó materialmente despedazado contra los pedruscos, arbustos y espinas del camino. Metieron en un costal los despojos sangrantes del Padre Orona y a continuación fusilaron al padre vicario Atilano Cruz, en un sitio apartado del poblado. Todo esto ocurrió de madrugada para ocultar sus fechorías al amparo de las sombras.
Después se dirigieron a Cuquío llevando en sendos bu¬rros los cadáveres de ambos sacerdotes martirizados. Arreando los animales, los soldados llegaron hasta la plaza del pueblo. Desmontaron los cadáveres sangrantes de las cabalgaduras y los arrojaron como sacos al duro empedrado. Mientras la gente salía de sus casas para hacer las compras o dirigirse a sus trabajos, los soldados comenzaron a gritar como endemoniados: “A la carne de chivo”, burlándose así de los sacerdotes que acaban de asesinar.

Con gran consternación, con lágrimas e impotencia en sus corazones creyentes, los buenos vecinos de Cuquío contemplaron aquel terrible holocausto de sus pastores y la mofa satánica de los verdugos. Por fin, éstos se retiraron y entonces pudieron recuperar ambos cuerpos para darles cristiana sepultura en el cementerio.

En la barranca de Tequila

Pero unos meses antes de estos tristes sucesos, en septiembre de 1927 el P. Toribio se había ido ya a la población de Tequila, donde al poco tiempo se vio obligado a esconderse en una fábrica destiladora de este famoso licor que había en un rancho de las cercanías, acogido por sus propietarios. La casa cural de Tequila había sido convertida en caballeriza por los soldados de guarnición. Por lo demás, el pueblo no era lugar seguro para él ni para ningún sacerdote.
Desde su escondite en la barranca, el buen sacerdote no se dio descanso; fundó varios centros clandestinos de catequesis para los niños, visitaba a los católicos en sus ranchos interesándose por su situación, y por las noches entraba en el pueblo, visitaba a los enfermos de su parroquia y celebraba la Eucaristía de modo oculto en las casas. En todas estas aventuras le asistía y cuidaba con amor de madre su hermana mayor, María, que en todo compartía las privaciones y sacrificios de su hermano sacerdote.
Aquella barranca, escenario de su martirio, también pre¬senció la acción pastoral de santo Toribio Romo, pues ahí bautizó a centenares de niños, unió en matrimonio a muchas parejas y dio pláticas de instrucción religiosa y moral a los habitantes del lugar, quienes le cuidaban y protegían cuando merodeaban los soldados federales.

En las diversas poblaciones donde estuvo santo Toribio, los fieles vieron en él un sacerdote abnegado y apostólico, que se interesaba por sus problemas y trataba por acercarlos a Cristo. Como le tocó vivir su sacerdocio durante la dura prueba de la persecución, por amor a sus almas encomendadas, aceptó los mayores sacrificios y nunca dejó de atenderlos espiritualmente.
Cuenta un testigo de aquellos años heroicos:
“El día de Cristo Rey del año 1927 se concentraron en el pueblo unos quince mil fieles que asistieron a Misa en un cerro abierto y juraron ante el Santísimo expuesto de defender la fe, aun a costa de la propia vida. La montaña se estremeció con los gritos de ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen Santísima de Guadalupe!”

Los testigos que le conocieron hablan de él dando una lista de cualidades y de virtudes que lo igualan a los demás mártires que la Iglesia ha engendrado en sus veinte siglos de historia: fuerte espíritu de caridad, pasión por la Iglesia, amor a la Eucaristía (sobre todo se le veía esto en su ma¬nera de celebrar la Misa) y a la Virgen de Guadalupe, celo apostólico, amor a obreros y a los niños. Así mismo, destacó por su pobreza de vida y austeridad. Vivía en una zona plenamente cristera y sin embargo, aun comprendiendo sus motivaciones y su dolor, se mantuvo al margen de toda lucha armada. Él era un sacerdote y se consagró a ejercer su ministerio espiritual en bien de todos.
El gobierno federal, viendo que no podía doblegar la re¬sistencia de los católicos, empleó la técnica de las “reconcentraciones” de la población rural con el fin de cortar los suministros a los cristeros. Con ello no hizo sino aumentar los sufrimientos y padecimientos de la pobre gente en Los Altos, que se vieron obligados a abandonar sus pobres ranchos y aldeas para reconcentrarse en las poblaciones grandes o en las ciudades como León, en condiciones de extrema pobreza. El P. Toribio sufría entrañablemente al conocer todo lo que padecían los pacíficos pobladores de manos del ejército federal y de los agraristas. Tal vez por ello se ha constituido en especial protector, desde el cielo, de los migrantes y trabajadores que sufren la pobreza y el alejamiento forzoso de sus hogares.

La emigraciónforzada

Todas las guerras han arrastrado los fantasmas del hambre, de las enfermedades y de los desplazamientos forzosos de población para salvar la vida. En esos duros años en que fue probado el temple del heroico pueblo católico, la emigración de miles de mexicanos hacia las grandes ciudades o hacia los Estados Unidos creció en grandes proporciones, constituyendo un serio problema social. La gente salía de sus pueblos o aldeas cargando sus pocas posesiones materiales, y muchas veces tenía que esperar varios días y noches en las estaciones para abordar un tren o el autobús con destino a las ciudades grandes donde podrían reconstruir su vida.

Fue la época en que ciudades como León y Guadalajara registraron un aumento considerable de población, procedente sobre todo de la región de los Altos de Jalisco, que fue la zona más castigada por las reconcentraciones forzosas planeadas por el ejército federal, al mando de Joaquín Amaro, en su intento por estrechar el cerco contra los cristeros.

Los vehículos de motor o de tracción animal dejaban atrás los pobres ranchos y los pueblos repletos de gente con sus humildes enseres domésticos, su animalitos de granja y lo que pudieran llevar consigo; muchas mujeres con sus niños en brazos no tenían otro remedio que viajar de pie hasta doce o catorce horas en los camiones. Se calcula que el éxodo hacia el interior del país llegó a contar más de 200 mil personas, mientras que otras 400 mil cruzaron las fron¬teras norteamericanas.

Llegó el día de su martirio

En Tequila, el P. Toribio estuvo acompañado de su hermana mayor María, Quica; después por temporadas de su hermano menor Román, también sacerdote, quien llegó para ayudarle. Varias veces ambos hermanos sacerdotes tuvieron que esconderse, porque los perseguidores buscaban continuamente víctimas, y sus predilectos eran precisamente los párrocos y sacerdotes de las zonas rurales, a quienes el gobierno federal calumniaba con la mentira de ser los instigadores de los cristeros. Del propio diario del P. Toribio se puede leer este testimonio:
“He tenido que esconderme por días enteros, a veces en hediondas cuevas, a veces en la cumbre de alguna montaña.”
Sus enemigos lo buscaban con rabia y odio criminal. El viernes 24 de febrero de 1928 pasó el día retirado y el sábado 25 quiso celebrar la Misa a las cuatro de la mañana, pero se caía de sueño. Se fue a descansar un rato, vestido como estaba y se quedó dormido. Los soldados lo descubrieron en su escondite el 25 de enero de 1928, pero para esto no faltó un judas que ya lo había delatado a cambio de unas cuantas monedas.
A las cinco de la mañana, siguiendo las indicaciones del judas traidor que lo denunció, bajaron sigilosamente la barranca y penetraron en la habitación del señor León Aguirre, encargado de cuidar la finca39. Pero al abrir la puerta, uno de los agraristas exclamó: “Este no es el cura”. A continuación dieron con la puerta del cuarto donde dormía el Padre Toribio, y uno de los esbirros le quitó el brazo que le cubría la cara y gritó:
- Este es el cura. ¡Mátenlo!
Sorprendidísimo se despertó el padre Toribio, quien apenas tuvo tiempo para darse cuenta de lo que ocurría y decir:
- Sí, soy, pero no me maten...
No pudo concluir la frase. Los soldados y agraristas lo acribillaron a balazos inmediatamente al grito de “¡Muera el cura!” Con pasos vacilantes, el Padre Toribio caminó hacia la puerta y una segunda descarga lo hizo caer en brazos de su hermana María que en aquellos momentos se encontraba con él en la casa.
“¡Valor, padre Toribio...! ¡Jesús misericordioso, recíbelo...! ¡Viva Cristo Rey!”
Fueron las palabras que su heroica hermana gritó ante los asesinos. Los soldados sacaron el cadáver del sacerdote mártir, mientras entre burlas y con palabras gruesas mortiticaban a la pobre María, que en esos momentos también vivía un martirio moral en su propia alma. Los vecinos del rancho, mortificados por la pena tan grande de ver asesina¬do a su santo pastor, improvisaron con palos y ramas una humilde camilla y así subieron la barranca, con el cuerpo del sacerdote mártir hacia la población de Tequila, en medio de la tropa de soldados que cantaban canciones vulgares y silbaban.
El cadáver fue regando con su sangre el suelo pedregoso de la barranca, el camino y la entrada a Tequila. Detrás de él iba su hermana María rezando el rosario, descalza.

Presentía su martirio

El P. Lauro L. Beltrán es del parecer que santo Toribio tenía el presentimiento de su muerte:
“El viernes 24 celebró su última misa, con una devoción tan grande como si fuera la primera, cuando fue ungido sacerdote, y como la última, de quien ya está con un pie en el sepulcro. Todo este día lo pasó como el anterior, en su agonía de Getsemaní. Por la noche, abrumado de presentimientos, quiso dormir, pero no conciliaba el sueño. A eso de las tres de la mañana del sábado 25, el día de su martirio, le dijo a su hermana que preparara todo para la celebración de la santa misa. Ya encendidas las velas, como a las cuatro de la mañana, se puso la sotana y entró en el Oratorio. Pero le dijo a su hermana que el sueño lo dominaba. Se quitó la sotana y así vestido se tendió en la cama, donde pasó los últimos minutos de su vida, pues los federales habían llegado a la barranca y lo buscaban con odio implacable y necio para victimarlo. Si lo hubieran encontrado oficiando la santa misa podría haber habido una profanación, un sacrilegio. ¿Lo presintió? Ofreció tan sólo su propio sacrificio... Se durmió en la tierra y despertó en el cielo.”40

¡No debemos llorar... ya está en el cielo!

Dignísima, hermana del sacerdote mártir, en todo fue María, Quica, quien hizo de segunda madre para él y también Román, su hermano menor sacerdote. Al llegar a la po¬blación de Tequila, los soldados y agraristas, armando gran alboroto, tiraron el cadáver en la plaza, frente a la presidencia municipal, como si se tratara de un animal cazado en el monte. Y a la hermana la llevaron detenida, a pie, al cuartel de los soldados en La Quemada. Para despedirse de su hermano mártir, María se arrodilló junto a su cadáver y rezó una oración. Empapó su rebozo de la sangre y en la frente le dio el último beso.
Mientras tanto, la gente del pueblo reclamaba su cuerpo, pero los militares y los clerófobos se lo impedían; finalmente por la tarde, con mucha dificultad, un vecino del pueblo, tras violenta discusión, logró el permiso de retirar el cadáver y llevarlo a su casa, donde lo amortajaron para velarlo y disponerlo para el sepelio. La gente empezó a llegar. Los rosarios se sucedían uno tras otro; la gente rezaba de rodillas, velando el cuerpo del mártir. Muchos tomaban algodones y los mojaban en la sangre, que aún manaba de sus heridas, para guardarlos como reliquia. Durante dos días aquella sangre permaneció fresca y sin mal olor.
El domingo 26 de febrero, en imponente procesión por la tarde, todo el pueblo condujo el cadáver del sacerdote mártir al cementerio, llevándolo triunfante en hombros. Era su canonización popular.
Finalmente, después de tres días de hambre, sed, burlas e insomnio y con el dolor de no haber podido acompañar a su hermano en el entierro, María fue liberada por aquellos hombres indignos que no merecen el título de soldados. Llevaba la pobre sus humildes vestidos, aún manchados con la sangre de su hermano, y en al alma las huellas del martirio moral a que también la sometieron los verdugos. Ella se trasladó a Guadalajara, donde sus familiares la recibieron con un gran abrazo, entre abundantes lágrimas y con todo el amor que ameritaba. Aunque demacrada y débil, María supo consolar a su familia, con estas palabras admirables de una mujer de fe:
“¡No debemos llorar: el Padre Toribio ya está en el cielo! Démosle gracias a Dios porque le concedió la palma del martirio, que él quiso sufrir por el triunfo de la Iglesia.”

Santa Ana de Guadalupe

Sobre las ruinas de la humilde casa donde nació santo Toribio Romo se levanta hoy una ermita consagrada a la Sagrada Familia. En la cumbre de La Mesita también se levanta una capilla, para mirar más de cerca el cielo y para recordar a los fieles que hasta allá se llega después de cumplir la voluntad de Dios en esta tierra y de amar al prójimo por amor a Cristo.
Por el fervor guadalupano del Padre Toribio y de sus habitantes, la población se llama hoy Santa Ana de Guadalupe, Jalisco.

El heroísmo de los sacerdotes

Los sacerdotes por su parte imitaron maravillosamente e hicieron propia la constancia de los obispos en medio de las mayores calamidades; los ejemplos egregios de virtudes que ellos nos han dado y de los cuales hemos recibido nosotros grande consuelo los proponemos y los alabamos ante todo el universo católico, porque son dignos de ello. Y en este asunto, pensamos que a pesar de que en México se han utilizado todos los artificios, y que todo el esfuerzo y todas las vejaciones de los adversarios se han dirigido principalmente a este punto, es decir, a que el Clero y el pueblo se aparten de la jerarquía sagrada y de la Seda Apostólica, y que sin embargo de todos los sacerdotes, que pasan de cuatro mil, solamente uno que otro ha faltado a su obligación, no hay nada que no podamos esperar del Clero mexicano.
Pues estos ministros sagrados unidos estrechamente entre sí obedecieron reverente y libremente a los mandatos de sus obis¬pos, aunque esto las más de las veces no podría hacerse sin grave perjuicio para ellos... debieron sobrellevar con paciencia y fortaleza la pobreza y la necesidad; debían celebrar Misa en privado; mirar por las necesidades espirituales de los fieles en la medida de sus fuerzas y fomentar y mantener el fuego de la piedad en todos; y además, con su ejemplo, con sus consejos y exhortaciones procuraban levantar la mente de los fieles hacia lo alto, y confirmar los ánimos para perseverar pacientemente.
¿Quién se admirará de que la ira y la rabia de los enemigos se haya dirigido principalmente contra los sacerdotes? Pero ellos, siempre que fue necesario, no dudaron en sobrellevar con rostro sereno y con fortaleza de ánimo la cárcel y la misma muerte.
(Papa Pío XI, “Sobre la durísima situación del catolicismo en México”, en la carta Iniquis afflictisque, 18 de noviembre de 1926).


Este artículo es parte del libro "Madera de Héroes" Semblanza de algunos
héroes mexicanos de nuestro tiempo, de Luis Alfonso Orozco.
Si estás interesado en comprar el libro, visita el siguiente enlace Centro de Formación Integral a Distancia, Cefid

www.catholic.net

[Modificato da @Nessuna@ 08/03/2006 5.54]

16/03/2006 02:27
 
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San Malaquías y sus profecías
Etim.: "Malaquías" significa "ángel del Señor"
Fiesta: 3 de noviembre

Nació en Armagh, Irlanda, en 1094 en la familia O'Morgair, según San Bernardo de la nobleza. Fue bautizado con el nombre de Maelmhaedhoc (latinizado como Malaquías). Fue educado por Imhar O'Hagan y después por el Abbad Armagh. Fue ordenado sacerdote por St. Cellach (Celsus) en 1119.

Después de su ordenación continuó sus estudios de liturgia y teología en Lismore, San Malchus. En 1123 fue elegido abad de Bangor y un año mas tarde fue consagrado obispo de Connor. En 1132, fue elevado a la primacía de Armagh. San Bernardo nos dice que San Malaquías poseía un gran celo por la religión.

Al morir San Celsus, San Malaquías fue nombrado Arzobispo de Armagh en 1132, aunque por su gran humildad le costó aceptarlo. Las intrigas no le permitieron asumir su cargo por dos años. En tres años restauró la disciplina eclesiástica en Armagh.

En 1139 viajó a Roma y en el camino visitó a San Bernardo en Clairvaux. En Roma fue nombrado legado de Irlanda. Regresando vía Clairvaux obtuvo cinco monjes para fundar en Irlanda y fue así que surgió la gran abadía de Mellifont en 1142.

En un segundo viaje a Roma, San Malaquías enfermó llegando a Clairvaux y murió en los brazos de San Bernardo el 2 de noviembre.

Se le atribuyen muchos milagros pero por lo que más se le recuerda es por su don de profecía. Entre estas la mas famosa es la referente a los papas (ver abajo). Sin embargo no hay certeza de que esta sea auténtica.

Fue canonizado por el Papa Clemente III, el 6 Julio de 1199. Su fiesta se celebra el 3 de noviembre.


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Profecías de San Malaquías. ¿Que es profecía?

Sobre su propia muerte

Según nos relata San Bernardo, San Malaquías anunció el día exacto de sus muerte (2 de noviembre) estando con el en la abadía de Clairvaux.

Sobre Irlanda

Anuncia que Irlanda, su patria, será oprimida y perseguida por Inglaterra, trayéndole calamidades por 7 siglos, pero que preservaría la fidelidad a Dios y a Su Iglesia en medio de todas sus pruebas. Al final de ese período sería liberada y sus opresores serían entonces castigados. Irlanda católica será instrumental en el regreso de Inglaterra a la fe. Se dice que esta profecía fue copiada por Dom Mabillon de un antiguo manuscrito de Clairvaux y transmitida por el al mártir sucesor de Oliver Plunkett.

Sobre los Papas

La mas famosa de las profecías atribuidas a San Malaquías es sobre los Papas. Está compuesta de "lemas" para cada uno de 112 Papas, desde Celestino II, elegido en 1130, hasta el fin del mundo.

Estos "lemas" descriptivos de los Papas pueden referirse a un símbolo de su país de origen, a su nombre, su escudo de armas, a su talento o cualquier otra cosa referente al Papa. Por ejemplo, el lema de Urbano VIII es Lilium et Rosa; El era de Florencia, Italia, en cuyo escudo aparece la fleur-de-lis.

¿Son Auténticas?
Se ha debatido mucho si San Malaquías es el verdadero autor. En contra se argumenta que el manuscrito original no se ha encontrado. Estuvieron perdidas hasta el siglo XVI en que se publicaron con el libro "Lignum Vitae" del historiador benedictino Arnold Wion. Si San Malaquías es el autor, las profecías estuvieron desaparecidas por 400 años. También es extraño el silencio sobre estas profecías por parte de San Bernardo amigo de San Malaquías quién escribió su biografía y nos relata sobre otros escritos del santo. Muchas hipótesis han querido explicar las profecías y su origen.

En el siglo XVII, el Padre Menestrier, jesuita, presentó la hipótesis de que la profecía son un plagio para influenciar las elecciones de Gregorio XIV en el cónclave del 1590. El lema que le corresponde a este Papa en la profecía es "antiquitate urbis", que hace alusión a su ciudad natal y sede episcopal, Orvieto (Latín: Urbs vetus). Pero el Padre Menestrier no ofrece pruebas para sus acusaciones.

Por otra parte, uno de los mas respetados historiadores del mismo siglo XVI, Onofrio Panvinio, corregidor y revisor de la Biblioteca Vaticana en 1556, parece aceptar completamente la autenticidad de la profecía de Malaquías.

Según la hipótesis del Abad Cucherat (1871), San Malaquías escribió la profecía en Roma, entre los años 1139 y 1140 cuando visitaba al Papa Inocencio II para reportarle los asuntos de su diócesis. Entonces entregó su manuscrito al Papa para consolarlo en sus tribulaciones. El Papa guardó el manuscrito en los archivos romanos donde quedó olvidado hasta su descubrimiento en el 1590 (Cucherat, "Proph. de la succession des papes", ch. xv).

Los últimos Papas. (Lista completa en inglés)

#101: "Crux de Cruce" (Cruz de Cruz). Pío IX (1846-1878)
#102: "Lumen in caelo" (Luz en el cielo). León XIII (1878-1903).
#103: "Ignis ardens" (Fuego Ardiente). Pío X (1903-1914).
#104: "Religio Depopulata" (Religión devastada). Benedicto XV (1914-1922).
# 105: “Fides intrepida” (La Fe Intrépida). Pío XI (1922 –1939).
# 106: “Pastor angelicus” (Pastor angélico). Pío XII (1939-1958). Reconocido como un gran intelectual y defensor de la paz

# 107: “Pastor y nauta” (Pastor y navegante). Juan XXIII (1958-1963)

Juan XXIII fue Cardenal de Venecia, ciudad de navegantes. Condujo la Iglesia al Con. Vat II.

# 108: “Flos florum” (Flor de las flores). Pablo VI (1963-1978).

Su escudo contiene la flor de lis (la flor de las flores).

# 109: “De medietate Lunae” (De la Media Luna). Juan Pablo I (1978-1978).

Su nombre era “Albino Luciani” (luz blanca). Nació en la diócesis de Belluno (del latín bella luna). Fue elegido el 26 de agosto del 1978. La noche del 25 al 26 la luna estaba en “media luna”. Murió tras un eclipse de la luna. También su nacimiento, su ordenación sacerdotal y episcopal ocurrieron en noches de media luna.

# 110: “De labore solis” (De la fatiga o trabajo del sol). Juan Pablo II (1978-2005). Ha sido capaz de un trabajo extraordinario y extenso. Los días de su nacimiento y muerte hubo eclipses solares.

# 111: “Gloria Olivae” (La gloria del olivo). Benedicto XVI (2005). Toma su nombre por San Benito y Benedicto XV. Los Benedictinos tuvieron una rama llamada los "olivetans". Benedicto XV se destacó por sus esfuerzos por la paz durante la Primera Guerra Mundial.

Queda uno solo en la lista:

# 112: “Petrus Romanus” (Pedro Romano). Quién será el último Papa ya que en su reinado ocurrirá el fin:

"En la persecución final de la Santa Iglesia Romana reinará Petrus Romanus (Pedro el Romano), quien alimentará a su grey en medio de muchas tribulaciones. Después de esto la ciudad de las siete colinas será destruida y el temido juez juzgará a su pueblo. El Fin."

Algunas observaciones:

Algunos observan que, aunque la profecía dice que Petrus Romanus es el último Papa, no especifica si hay o no Papas entre el y su predecesor (Gloria olivoe). En ese caso San Malaquías habría hecho la lista de los próximos 111 Papas y entonces saltado al último. Esto es especulación.
La relación entre los Papas y sus lemas, en algunos casos es sorprendente, en otros solo encaja con explicaciones bastante elaboradas. También hay lemas que son los suficiente amplios como para poder ajustarse a muchos Papas. Por ejemplo, todos los Papas del siglo XX han tenido una "fe intrépida" y han sino "Pastores angélicos".
Es importante tener en cuenta que estas profecías no son parte del magisterio de la Iglesia ni son necesarias para la salvación. La validez de su contenido no está garantizada por la Iglesia.
Recordemos que una profecía vale tanto y cuanto nos ayude o anime a vivir la fe ya revelada. Estas profecías podrán tener su interés pero ayudan poco para lograr esa meta. Por algo la Iglesia oficialmente les ha dado tan poca importancia.


corazones.org
19/03/2006 20:05
 
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Esposo de la Virgen María
Marzo 19

Las fuentes biográficas que se refieren a san José son, exclusivamente, los pocos pasajes de los Evangelios de Mateo y de Lucas. Los evangelios apócrifos no nos sirven, porque no son sino leyendas. “José, hijo de David”, así lo llama el ángel. El hecho sobresaliente de la vida de este hombre “justo” es el matrimonio con María. La tradición popular imagina a san José en competencia con otros jóvenes aspirantes a la mano de María. La elección cayó sobre él porque, siempre según la tradición, el bastón que tenía floreció prodigiosamente, mientras el de los otros quedó seco. La simpática leyenda tiene un significado místico: del tronco ya seco del Antiguo Testamento refloreció la gracia ante el nuevo sol de la redención.

El matrimonio de José con María fue un verdadero matrimonio, aunque virginal. Poco después del compromiso, José se percató de la maternidad de María y, aunque no dudaba de su integridad, pensó “repudiarla en secreto”. Siendo “hombre justo”, añade el Evangelio -el adjetivo usado en esta dramática situación es como el relámpago deslumbrador que ilumina toda la figura del santo-, no quiso admitir sospechas, pero tampoco avalar con su presencia un hecho inexplicable. La palabra del ángel aclara el angustioso dilema. Así él “tomó consigo a su esposa” y con ella fue a Belén para el censo, y allí el Verbo eterno apareció en este mundo, acogido por el homenaje de los humildes pastores y de los sabios y ricos magos; pero también por la hostilidad de Herodes, que obligó a la Sagrada Familia a huir a Egipto. Después regresaron a la tranquilidad de Nazaret, hasta los doce años, cuando hubo el paréntesis de la pérdida y hallazgo de Jesús en el templo.

Después de este episodio, el Evangelio parece despedirse de José con una sugestiva imagen de la Sagrada Familia: Jesús obedecía a María y a José y crecía bajo su mirada “en sabiduría, en estatura y en gracia”. San José vivió en humildad el extraordinario privilegio de ser el padre putativo de Jesús, y probablemente murió antes del comienzo de la vida pública del Redentor.

Su imagen permaneció en la sombra aun después de la muerte. Su culto, en efecto, comenzó sólo durante el siglo IX. En 1621 Gregorio V declaró el 19 de marzo fiesta de precepto (celebración que se mantuvo hasta la reforma litúrgica del Vaticano II) y Pío IX proclamó a san José Patrono de la Iglesia universal. El último homenaje se lo tributó Juan XXIII, que introdujo su nombre en el canon de la misa.





Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net

20/03/2006 19:31
 
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Joven carmelita descalza: nueva beata para la Iglesia universal y primera de Bari (Italia)

Sor Elías de San Clemente

BARI, domingo, 19 marzo 2006 (ZENIT.org).- Abandono al Amor y entrega total a Dios: es el camino que emprendió sor Elías de San Clemente (1901-1927), carmelita descalza de la ciudad italiana de Bari, desde el sábado inscrita en el catálogo de beatos de la Iglesia universal.

En la Catedral de Bari presidió la ceremonia de beatificación, en nombre del santo Padre, el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación vaticana para las Causas de los Santos; la Santa Misa la presidio el arzobispo local, monseñor Francesco Cacucci.

Se trata de la primera beata en la historia de la Iglesia en Bari.

«Comprendí que para llevar almas a Dios no era necesario hacer grandes obras, más bien era precisamente la inmolación completa de todo mi ser lo que me pedía el buen Jesús»: con estas palabras, que recordó monseñor Cacucci durante la celebración, la carmelita relataba su abandono al Amor.

«No es posible cambiar el mundo si el Amor ofrecido en la cruz»: éste es el don de sabiduría que dejó la religiosa, según subrayó el prelado, quien definió a la nueva beata «pequeña Hostia, blanca y pura, destruida por amor, dedicada a la escucha y a la contemplación de Dios», nutrida «de belleza y de poesía».

Antes de terminar su homilía, el arzobispo de Bari dirigió una oración a la beata Elías de San Clemente: «Te damos gracias por tu santidad, ayúdanos a correr hacia el cielo, como el profeta Elías, en un carro inflamado de verdadero amor».

«”Perdida en Dios”, sor Elías siempre vivió, también como laica, el primado de Dios en su vida, en la contemplación de lo bello, en la escucha de la Palabra, en el amor por la Eucaristía», explicó a los micrófonos de la emisora pontificia.

«En el Carmelo siguió el “caminito” de Santa Teresa del Niño Jesús --aclaró--, en lo escondido, “crucificada” con Cristo, en la total inmolación de sí para la salvación de las almas».

«Primera beata de la historia de nuestra Iglesia en Bari, sor Elías exhorta a “mirar a lo alto”, pero en la humildad, en el sacrificio; enseña sobre todo que la santidad es posible también para nosotros, cualquiera que sea nuestro estado de vida. Hay que “saber florecer –decía ella-- donde Dios te ha sembrado”», concluye el arzobispo Cacucci
23/03/2006 21:11
 
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Santo Toribio de Mogrovejo


En 1594, durante su tercera “visita” diocesana, escribiéndole al rey de España Felipe II, san Toribio Alfonso de Mogrovejo hacía un pequeño balance de su vida: 15.000 kilómetros recorridos y 60.000 confirmaciones administradas (Toribio no podía saber que entre ellos había tres santos: Rosa de Lima, Francisco Solano y Martín de Porres). La situación de América Latina sería muy distinta de la actual si sus sucesores y todos los cristianos hubieran tenido el mismo impulso y la misma coherencia de quien fue llamado “apóstol del Perú y nuevo Ambrosio” y a quien Benedicto XIV comparó con San Carlos Borromeo.

Toribio nació en España hacia el año 1538 de una noble familia; estudió en Valladolid, Salamanca y Santiago de Compostela, en donde obtuvo la licencia en derecho. Fue nombrado inquisidor en Granada. Gracias a la relación que cultivaba con Felipe II fue nombrado por Gregorio XIII, arzobispo de Lima, con jurisdicción sobre las diócesis de Cuzco, Cartagena, Popayán, Asunción, Caracas, Bogotá, Santiago, Concepción, Córdoba, Trujillo y Arequipa: de norte a sur eran más de 5.000 kilómetros, y el territorio tenia más de 6 millones de kilómetros cuadrados. Después de haber sido consagrado obispo en agosto de 1580, partió inmediatamente para América, a donde llegó en la primavera de 1581.

Durante 25 años vivió exclusivamente al servicio del pueblo de Dios. Decía: “¡El tiempo es nuestro único bien y tendremos que dar estricta cuenta de él!”. Fue un verdadero organizador de la Iglesia en América, cuya actividad abarcó también diez sínodos diocesanos y tres provinciales.

También fundó el primer seminario de América; intervino con energía contra los derechos particulares de los religiosos, a quienes estimuló para que aceptaran las parroquias más incómodas y pobres; casi duplicó el número de las “Doctrinas” o parroquias, que pasaron de 150 a más de 250.

Al final de su vida, Toribio recibió el viático en una capillita india, el 23 de marzo de 1606, un Jueves santo, y ahí expiró. Fue canonizado en 1726 por Benedicto XIII.

Catholic.net
24/03/2006 21:10
 
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Santa Catalina de Suecia

Virgen
Marzo 24

Catalina de Suecia o de Vadstena nació alrededor del año 1331 del matrimonio formado por el príncipe Ulf Gudmarsson y Brigitta Birgesdotter; fue la cuarta de ocho hermanos. La educaron, como era frecuente en la época, al calor del monasterio; en este caso lo hicieron las monjas de Riseberga. Contrajo matrimonio con el buen conde Egar Lyderson van Kyren y ambos influyeron muy positivamente en los ambientes nobles plagados de costumbres frívolas y profanas.

Brígida, su madre, ha tenido la revelación de fundar la Orden del Santísimo Salvador que tenga como fin alabar al Señor y a la Santísima Virgen según la liturgia de la Iglesia, reparar por las ofensas que recibe de los hombres, propagar la oración contemplativa -preferentemente de la Pasión- para la salvación de las almas.

Madre e hija se encuentran juntas en Roma. Cuando Catalina tiene planes de regresar a su casa junto al esposo, Brígida comunica a su hija otra revelación sobrenatural de Dios: ha muerto su yerno. Esto va a determinar el rumbo de la vida de Catalina desde entonces. Ante el lógico dolor y la depresión anímica que sufre, es sacada de la situación por la Virgen. Es en estas circunstancias cuando muestra ante su madre la firme disposición interna a pasar toda suerte de penalidades y sufrimientos por Jesucristo. Las dos juntas y emprenden una época de oración intensa, de mortificación y pobreza extrema; sus cuerpos no conocen sino el suelo duro para dormir; visitan iglesias y hacen caridad. La joven viuda rechaza proposiciones matrimoniales que surgen frecuentes, llegando algunas hasta la impertinencia y el acoso. Peregrinan a los santuarios famosos y organizan una visita a Tierra Santa para empaparse de amor a Dios en los lugares donde padeció y murió el Redentor.

En el año 1373 han regresado, muere en Roma Brígida y Catalina da sepultura provisional en la Ciudad Eterna al cadáver de su madre en la iglesia de san Lorenzo. El traslado del cuerpo en cortejo fúnebre hasta Suecia es una continua actividad misionera por donde pasa. Catalina habla de la misericordia de Dios que espera siempre la conversión de los pecadores; va contando las revelaciones y predicciones que Dios hizo a su santa madre.

Söderkoping es el lugar patrio que recibe la procesión en 1374 como si fuera un acto triunfal. Se relatan conversiones y milagros que se suceden hasta depositar los restos en el monasterio de Vadstena, donde entra y se queda Catalina, practicando la regla que vivió durante veinticinco años con su madre.

Un segundo viaje a Roma durará cinco años; tendrá como meta la puesta en marcha del proceso de canonización de la futura santa Brígida y la aprobación de la Orden del Santísimo Salvador. A su regreso a Vadstena, muere el 24 de marzo de 1381.

Aparte de las revelaciones que tuvo y de las predicciones sobrenaturales que hizo la santa, se cuenta de ella la finura de alma que le llevó a la confesión diaria durante veinticinco años - no por ser escrupulosa- y que consiguió la confesión arrepentida de impenitentes a punto de morir. También se habla de luces que rodean el cuerpo inerte después de su muerte, de una estrella que pudo verse por un tiempo señalando el lugar del reposo y de luminosidades que refulgían junto al sarcófago. No es extraño que la leyenda haya querido dejar su huella intentando hacer que los sentidos descubran la magnanimidad de su alma que sólo es perceptible por lo externo. Por eso dijeron que nunca mamó la leche de la nodriza mundana mientras buscaba el pecho de su madre santa y de otras mujeres honestas. Igualmente contaron que libró a Roma de inundación entrando sus pies en el Tiber y hablaron de la liberación de una posesa.

De todos modos, los santos de ayer y de hoy, siempre han sido puntos de inflexión de la gracia para el bien de todos los hombres.

Autor: | Fuente: Archidiócesis de Madrid
28/03/2006 06:21
 
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28 de Março


São Guntrano



A santidade não escolhe pessoa, nem posição social, mas entra no coração aberto que quer viver somente para Deus, servindo os irmãos. Por isso, neste dia, contemplamos a vida de São Guntrano que, tocado pela graça, converteu-se, tornando-se o santo deste dia.

A vida de Guntrano começou agitada, tanto na moral como política, isto devido à experiência com três esposas, ora sem filho, ora vendo os herdeiros morrerem crianças e politicamente tendo que enfrentar semibárbaros na região.

São Guntrano assumiu como herdeiro um sobrinho seu, e providencialmente assumiu também um vida nova ao converter-se a Jesus e Sua Igreja. Devoto da Igreja, rezava e usava da humildade e obediência aos conselhos dos bispos, para assim governar com retidão e santidade o seu povo. São Guntrano, com 68 anos partiu feliz para a Igreja Triunfante.
www.cancaonova.com/
04/04/2006 00:02
 
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LOS ÁNGELES

INDICE
Angeles -Padre J.Rivero
Angeles en el Catecismo
Angeles Custodios (de la guarda)
Los nueve coros de ángeles: jerarquía
Ver también:
Arcángeles Los Siete arcángeles; San Miguel, Rafael, Gabriel...
Demonio (ángel caído)
Angeles, según la Suma Teológica de Sto. Tomás.


Padre Jordi Rivero

v Los ángeles están de moda
-Libros, películas…
-Es bueno que se hable de los ángeles mientras que se hable la verdad.
-Desafortunadamente lo que abunda es fantasía que responde al afán de novedades. Se dice que los ángeles son: Energía; dioses; Seres humanos re-encarnados o que los seres humanos seremos ángeles.

v La respuesta a estos errores no es rechazar a los ángeles sino conocerlos bien, según la revelación de Dios. Veamos porque conocer y recibir bien a los ángeles es importante.

v Recordemos: Los ángeles buenos nunca son agentes independientes, nunca se centran en si mismos. SIEMPRE están al servicio de Dios y siempre nos guían a la Verdad plena que es Jesucristo. Cuidado con historias de ángeles que ignoran o contradicen la fe cristiana. Los ángeles de Dios son "agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra" (Sal 103, 20). CIC 329

v Los ángeles existen.
o Es doctrina de la fe católica, fundamenta en las Sagradas Escrituras y en la unanimidad de la Tradición Apostólica. “Confirmado en el Concilio Lateranense IV (1215), cuya formulación ha tomado el Concilio Vaticano I en el contexto de la doctrina sobre la creación (Const. De fide Cath... DS 3002). “ Ver CIC 328s.
o En el Credo proclamamos y confesamos a Dios creador de todo lo invisible e invisible.

v Angeles buenos y demonios.
o Dios creó a todos los ángeles para compartir su felicidad eterna. Pero los ángeles fueron probados y una porción de ellos se rebeló contra Dios. “ángeles llamados a declararse en favor de Dios o contra Dios mediante un acto radical e irreversible de adhesión o de rechazo de su voluntad de salvación”. (JP2, 30,VII,86)
o Destino: San Pedro: Jesús "está a la diestra de Dios, después de haber ido al cielo, una vez sometidos a El ángeles, potestades y poderes" (1 Pe 3, 22).

v Naturaleza angelical
o Seres espirituales, no corporales CIC 328
o Los ángeles y los seres humanos son de diferente naturaleza. Ni los hombres se convierten en ángeles ni los ángeles en hombres.
o Los ángeles no tienen "cuerpo" (si bien en determinadas circunstancias se manifiestan bajo formas visibles a causa de su misión en favor de los hombres), y por tanto no están sometidos a la ley de la corruptibilidad que une todo el mundo material. Jesús mismo, refiriéndose a la condición angélica, dirá que en la vida futura los resucitados "no pueden morir y son semejantes a los ángeles" (Lc 20, 36). (JPII; 6,VIII,86)
o Son inmortales" Cf CIC 330.
o Tienen inteligencia y voluntad.
o Superan en perfección a todas las criaturas visibles.
o “Los ángeles son seres personales y, en cuanto tales, son también ellos, "imagen y semejanza" de Dios.

v Ordenes y grados de ángeles
o “La Sagrada Escritura se refiere a los ángeles utilizando también apelativos no sólo personales (como los nombres propios de: Rafael, Gabriel, Miguel), sino también "colectivos" (como las calificaciones de: Serafines, Querubines, Tronos, Potestades, Dominaciones, Principados), así como realiza una distinción entre Ángeles y Arcángeles. Aún teniendo en cuenta el lenguaje analógico y representativo del texto sacro, podemos deducir que esto seres-personas, casi agrupados en sociedad, se subdividen en órdenes y grados, correspondientes a la medida de su perfección y a las tareas que se les confía. Los autores antiguos y la misma liturgia hablan también de los coros angélicos (nueve, según Dionisio el Areopagita). La teología, especialmente la patrística medieval, no ha rechazado estas representaciones, tratando en cambio de darle una explicación doctrinal y mística, pero sin atribuirles un valor absoluto.” (JPII, 6, VIII,86)
o Algunos autores y místicos, dividen a los ángeles entre Asistentes al Trono Divino (los grados mas altos) y Mensajeros de Dios que cumplen diversas misiones por encargo suyo.

v Aunque la Biblia habla de siete arcángeles (Cf Tb 12,15, Ap 1,4) solo revela el nombre de tres. Estos son los que la Iglesia honra con culto litúrgico: Miguel, Gabriel y Rafael.
o La fiesta de los arcángeles es el 29 de septiembre.
o Cada uno de los nombres termina con “El” que significa “Dios”.
o El primero es Miguel Arcángel (cf. Dan 10, 13. 20; Ap 12, 7; Jdt 9).
§ Su nombre expresa sintéticamente la actitud esencial de los espíritus buenos. "Mica-El" significa en efecto: "¿Quién como Dios?".
§ En este nombre se halla expresada la elección salvífica gracias a la cual los ángeles "ven la faz del Padre" que está en los cielos.
o El segundo es Gabriel: figura vinculada sobre todo al misterio de la Encarnación del Hijo de Dios (cf. Lc 1, 19. 26).
§ Gabri-El significa: "Mi poder es Dios" o "Poder de Dios", como para decir que el culmen de la creación, la Encarnación es el signo supremo del Padre Omnipotente.
o El tercer arcángel se llama Rafael.
§ "Rafa-El" significa: "Dios cura". Él se ha hecho conocer por la historia de Tobías en el Antiguo Testamento (cf. Tob 12. 15. 20, etc.).

v Cada una de estas tres figuras: Mica-El, Gabri-El y Rafa-El reflejan de modo particular la verdad contenida en la pregunta planteada por el autor de la Carta a los Hebreos: "¿No son todos ellos espíritus administradores, enviados para servicio en favor de los que han de heredar la salud?" (Heb 1, 14).” (JPII, 6, VIII,86)
o Los nombres de los otros cuatro arcángeles (San Uriel, San Barachiel ó Baraquiel, San Jehudiel, Saeltiel) no aparecen en la Biblia. Se encuentran en los libros apócrifos de Enoc, el cuarto libro de Esdras y en la literatura rabínica. Estos nombres pueden tenerse como referencia pero no son doctrina de la Iglesia ya que provienen de libros que no son parte del canon de la Sagrada Escritura.

v Nos acercamos a los ángeles a medida que estamos en gracia de Dios:
o "Vosotros os habéis allegado al Monte Sión, a la Jerusalén Celestial y a las miríadas de Ángeles..." Hebreos 12,22. (Cf. Ap. 5,11 y Mt. 26,53).
o Aunque invisibles, tienen una misión de gran importancia para nosotros.
o Vemos además que son innumerables.

v Que hacen los ángeles buenos
o La Sagrada Escritura les llama “ángeles” de “angelus” significa “mensajero”.
§ El término hebreo “malak” utilizado en el A.T. significa “delegado” o “embajador”
o San Agustín dice respecto a ellos "El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel". CIC 329
o Fueron creados, como los hombres, conocer, amar y servir a Dios.
o Ante todo los ángeles adoran a Dios.
§ “Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan "constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos" (Mt 18, 10), son "agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra" (Sal 103, 20). CIC 329
§ “Lo dice Jesús mismo: "Sus ángeles ven de continuo en el cielo la faz de mi Padre, que está en los cielos" (Mt 18, 10). Ese "ver de continuo la faz del Padre" es la manifestación más alta de la adoración de Dios. Se puede decir que constituye esa "liturgia celeste", realizada en nombre de toso el universo, a la cual se asocia incesantemente la liturgia terrena de la Iglesia, especialmente en sus momentos culminantes. Baste recordar aquí el acto con el que la Iglesia, cada día y cada hora, en el mundo entero, antes de dar comienzo a la plegaria eucarística en el corazón de la Santa Misa, se apela "a los Ángeles y a los Arcángeles" para cantar la gloria de dios tres veces Santo, uniéndose así a aquellos primeros adoradores de Dios, en el culto y en el amoroso conocimiento del misterio inefable de su santidad.” (JPII; 6, VIII,86)
§ “Los Salmos de modo especial se hacen intérpretes de esa voz cuando proclaman, por ejemplo: "alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto. Alabadlo, todos sus ángeles..." (Sal 148, 1-2). De modo semejante el Salmo 102 (103): "Bendecid a Yahvé vosotros sus ángeles, que sois poderosos y cumplís sus órdenes, prontos a la voz de su palabra" (Sal 102/103, 20). “ (JPII; 30,VII,86)
o Toman parte en el gobierno de Dios sobre la creación como poderosos ejecutores de sus órdenes.
o Dios también los asigna a cuidar cada nación. Cf. Daniel 10, 13-21.
o También el cuidado de las iglesias: Apocalipsis 1:20 “las siete estrellas son los Angeles de las siete Iglesias”
o Dios les ha confiado en particular un cuidado y solicitud para con los hombres
§ Presentan a Dios las peticiones y oraciones del los hombres. Tobías 3,16-17 “Fue oída en aquel instante, en la Gloria de Dios, la plegaria de ambos y fue enviado Rafael a curar a los dos: a Tobit, para que se le quitaran las manchas blancas de los ojos y pudiera con sus mismos ojos ver la luz de Dios; y a Sara la de Raquel, para entregarla por mujer a Tobías, hijo de Tobit, y librarla de Asmodeo, el demonio malvado.”
§ Nos ayudan a ser fieles al Señor y cumplir nuestra misión
§ Salmo 91,11-12 “El dará orden sobre ti a sus ángeles de guardarte en todos tus caminos. Te llevarán ellos en sus manos, para que en piedra no tropiece tu pie”
§ Tobías 12,6 “Entonces Rafael llevó aparte a los dos y les dijo: «Bendecid a Dios y proclamad ante todos los vivientes los bienes que os ha concedido, para bendecir y cantar su Nombre. Manifestad a todos los hombres las acciones de Dios, dignas de honra, y no seáis remisos en confesarle.”
o “Son también los ángeles quienes "evangelizan" (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación, y de la Resurrección de Cristo.” CIC 333.
§ A los pastores “La gloria del Señor los envolvió con su luz y se llenaron de temor” “No temáis pues os anuncio una gran alegría que lo será para todo el pueblo… ”
o Tienen por lo tanto una función de mediación y ministerio en las relaciones entre Dios y los hombres.
§ ¿Pero no dice Pablo que solo Jesús es mediador? Si. Pero los ángeles y los santos le ayudan. Dios ha querido compartir su obra de salvación.
§ Pablo a los Hebreos: a Cristo se la ha dado un “nombre”, y por tanto un ministerio de mediación, muy superior al de los ángeles” cf. Heb 1,4.
o “Cristo es el centro del mundo de los ángeles y de toda la creación. Los ángeles le pertenecen: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles... (Mt 25, 31). Le pertenecen porque fueron creados por y para El: "Porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él" (Col 1, 16). CIC 331
§ (Jesús) “los ha hecho mensajeros de su designio de salvación: "¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?" (Hb 1, 14). CIC 331

v Actúan desde la creación y a lo largo de toda la historia de la salvación
o los encontramos, anunciando la salvación y sirviendo al designio divino de su realización:
o Cierran el paraíso terrenal
o protegen a Lot
o salvan a Agar y a su hijo
o detienen la mano de Abraham
o la ley es comunicada por su ministerio (Cf. Hch 7, 53)
o conducen el pueblo de Dios
o anuncian nacimientos y vocaciones
o asisten a los profetas
o Finalmente, el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jesús.

v “De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles” CIC 333.
o Cuando Dios introduce "a su Primogénito en el mundo, dice: 'adórenle todos los ángeles de Dios'" (Hb 1, 6).
o Gabriel anuncia el nacimiento de Juan Bautista Cf. Lc, 1,11
o Es enviado a la Virgen María para comunicarle la elección divina y pedirle su FIAT Cf. Lc 1, 26-37
o Un ángel avisa a San José sobre la encarnación y sobre su misión.
§ Mateo 1,20-21 “El Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
o Anuncian a los Pastores el nacimiento y cantas alabanzas por el: "Gloria a Dios... (Lc 2, 9-14)
o Protegen la infancia de Jesús ante el peligro de Herodes Cf. Mt 2,13
o Sirven a Jesús en el desierto. Cf Mt 4,11
o En Getsemaní. Lo reconfortan en la agonía, cuando El habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos como en otro tiempo Israel.
o Después de la resurrección de Cristo un ángel se apareció en forma de un joven y le dijo a las mujeres que habían acudido al sepulcro y estaban sorprendidas por el hecho de encontrarlo vacío: "No os asustéis. Buscáis a Jesús Nazareno, el crucificado; ha resucitado, no está aquí... Pero id a decir a sus discípulos..." (Mc 16, 6-7).
o María Magdalena, que se ve privilegiada por una aparición personal de Jesús, ve también a dos ángeles (Jn 20, 12-17; cf. también Lc 24, 4).
o Ascensión. Los ángeles "se presentan" a los Apóstoles para decirles: "Hombre de Galilea, ¿qué estáis mirando al cielo? Ese Jesús que ha sido arrebatado de entre vosotros al cielo, vendrá como le habéis visto ir al cielo" (Hch 1, 11).

v En la segunda venida de Cristo, la “parusía” anunciada por los ángeles, éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor Cf Mt 25, 31.
o El Hijo del hombre... vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles. (Cf. Mc 8, 38; Mt 16, 27; Lc 9, 26; 2 Tes 1, 7.
o “(Jesús) atribuye a los ángeles la función de testigos en el supremo juicio divino sobre la suerte de quien ha reconocido o renegado a Cristo: "A quien me confesare delante de los hombres, el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios" (Lc 12, 8-9; cf. Ap 3, 5). Estas palabras son significativas porque si los ángeles toman parte en el juicio de Dios, están interesados en la vida del hombre.” -(JPII, 6, VIII,86)

v “Se puede, por tanto, decir que los ángeles, como espíritus puros, no sólo participan en el modo que les es propio de la santidad del mismo Dios, sino que en los momentos-clave rodean a Cristo y lo acompañan en el cumplimiento de su misión salvífica respecto a los hombres. De igual modo también toda la Tradición y el Magisterio ordinario de la Iglesia ha atribuido a lo largo de los siglos a los ángeles este carácter particular y esta función de ministerio mesiánico.” -(JP2, 30,VII,86)

v Los ángeles en la vida de la Iglesia
- “Toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles”. -CIC 334
-En Los Hechos de los Apóstoles aparece la solicitud de los ángeles por el hombre y su salvación:
-El ángel de Dios libera a los Apóstoles de la prisión (cf. Hch 5, 18-20),
-Libera a Pedro, que estaba amenazado de muerte por la mano de Herodes (cf. Hch 12, 5-10)
-El ángel guía la actividad de Pedro respecto al centurión Cornelio, el primer pagano convertido (Hch 10, 3-8; 11, 12-13).
-Guía al diácono Felipe en el camino de Jerusalén a Gaza (Hch 8, 26-29).
-En su liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar al Dios tres veces santo. El cántico de alabanza en el nacimiento de Jesús resuena en la liturgia.
-Invoca su asistencia (así en el "Supplices te rogamus..." ["Te pedimos humildemente..."] del Canon romano.
-En la liturgia de los difuntos: "In Paradisum deducant te angeli..." ["Al Paraíso te lleven los ángeles..."]

Angeles Custodios
(Angel de la guarda)
Fiesta 2 de octubre

Desde la infancia a la muerte, la vida de humana esta rodeada de su custodia. "Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida". Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios. CIC 336

La vida humana comienza en el momento de la concepción. Es en ese momento que Dios crea nuestra alma y se deduce que es entonces cuando se nos asigna el ángel custodio. Los ángeles custodios están encargados de velar por cada uno de nosotros, protegiéndonos de los peligros y alentando nuestra vida en Cristo. Deberíamos ser agradecidos con nuestro ángel e invocar su protección y guía.

Fundamentos Bíblicos:
Exodo 23, 20-23a: Así habla el Señor: «Yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el lugar que te he preparado. Respétalo y escucha su voz. No te rebeles contra él, porque no les perdonará las transgresiones, ya que mi Nombre está en él. Si tú escuchas realmente su voz y haces todo lo que yo te diga, seré enemigo de tus enemigos y adversario de tus adversarios. Entonces mi ángel irá delante de ti.»

Mateo 18,10: Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.

San Basilio: "Todo fiel tiene junto a sí un ángel como tutor y pastor, para llevarlo a la vida" (cf. San Basilio, Adv, Eunomium, III, 1; véase también Santo Tomás, S. Th., I, q. 11, a. 3).

La Iglesia recomienda el recurso a su protección.
La Iglesia celebra la fiesta de los ángeles custodios desde el Siglo XVII. Fue instituida por el Papa Clemente X.

Muchos santos han dado testimonio de una bella relación con sus ángeles custodios:
Sta. Francisca Romana veía a su ángel custodio

Oración
Angel santo de la guarda,
compañero de mi vida,
tú que nunca me abandonas,
ni de noche ni de día.

Aunque espíritu invisible,
sé que te hallas a mi lado,
escuchas mis oraciones
y cuentas todos mis pasos.

En las sombras de la noche,
me defiendes del demonio,
tendiendo sobre mi pecho
tus alas de nácar y oro.

Angel de Dios, que yo escuche
tu mensaje y que lo siga,
que vaya siempre contigo
hacia Dios, que me lo envía.

Testigo de lo invisible,
presencia del cielo amiga,
gracias por tu fiel custodia,
gracias por tu compañía.

En presencia de los ángeles,
suba al cielo nuestro canto:
gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo. Amén.

Himno de la Liturgia de las Horas



El Catecismo de la Iglesia Católica
habla sobre los ángeles en los #328-336:

La existencia de los ángeles, una verdad de fe.

328 La existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe. El testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la Tradición.

Quiénes son los ángeles

329 San Agustín dice respecto a ellos: "Angelus officii nomen est, non naturae. Quaeris nomen huius naturae, spiritus est; quaeris officium, angelus est: ex eo quod est, spiritus est, ex eo quod agit, angelus" ("El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel"). Con todo su ser, los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan "constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos" (Mt 18, 10), son "agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra" (Sal 103, 20).

330 En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales. Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello. Cristo "con todos sus ángeles"

331 Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen: "Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles... (Mt 25, 31). Le pertenecen porque fueron creados por y para El: "Porque en él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él" (Col 1, 16).

Le pertenecen más aún porque los ha hecho mensajeros de su designio de salvación: "¿Es que no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?" (Hb 1, 14).

332 Desde la creación y a lo largo de toda la historia de la salvación, los encontramos, anunciando de lejos o de cerca, esa salvación y sirviendo al designio divino de su realización: cierran el paraíso terrenal protegen a Lot, salvan a Agar y a su hijo, detienen la mano de Abraham, la ley es comunicada por su ministerio (cf Hch 7, 53), conducen el pueblo de Dios, anuncian nacimientos y vocaciones, asisten a los profetas, por no citar más que algunos ejemplos. Finalmente, el ángel Gabriel anuncia el nacimiento del Precursor y el de Jesús.

333 De la Encarnación a la Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce "a su Primogénito en el mundo, dice: 'adórenle todos los ángeles de Dios'" (Hb 1, 6). Su cántico de alabanza en el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: "Gloria a Dios... (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jesús, sirven a Jesús en el desierto, lo reconfortan en la agonía, cuando El habría podido ser salvado por ellos de la mano de sus enemigos como en otro tiempo Israel. Son también los ángeles quienes "evangelizan" (Lc 2, 10) anunciando la Buena Nueva de la Encarnación, y de la Resurrección de Cristo. Con ocasión de la segunda venida de Cristo, anunciada por los ángeles, éstos estarán presentes al servicio del juicio del Señor.

Los ángeles en la vida de la Iglesia

334 De aquí que toda la vida de la Iglesia se beneficie de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles.

335 En su liturgia, la Iglesia se une a los ángeles para adorar al Dios tres veces santo; invoca su asistencia (así en el "Supplices te rogamus..." ["Te pedimos humildemente..."] del Canon romano o el "In Paradisum deducant te angeli..." ["Al Paraíso te lleven los ángeles..."] de la liturgia de difuntos, o también en el "Himno querúbico" de la liturgia bizantina) y celebra más particularmente la memoria de ciertos ángeles (san Miguel, san Gabriel, san Rafael, los ángeles custodios).

336 Desde la infancia a la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión. "Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida". Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios.




Los Nueve Coros de ángeles. Jerarquía

Desde el Seudo Dionisio (siglo VI), Padre de la Iglesia, suelen enumerarse tres jerarquías con tres coros cada una, sumando un total de nueve Coros u Ordenes Angélicos.

Primera Jerarquía (Estos ángeles de la mas alta jerarquía se dedican exclusivamente a glorificar, amar y alabar a Dios en su presencia).
Serafines, Querubines y Tronos.

Segunda Jerarquía
Dominaciones, Virtudes y Potestades (gobiernan el espacio y las estrellas. Son los responsables del universo entero).

Tercera Jerarquía
Principados, Arcángeles y Ángeles. Son los que intervienen en todas nuestras necesidades; esto lo vemos también en la Biblia, cuando se nos presenta la intervención de los arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael, vemos que directamente intervienen en la vida de los hombres, cada uno con su propia misión dada por el mismo Dios. También se les ha dado la misión de proteger naciones, ciudades e Iglesias. La visión del profeta Daniel es la que confirma esta misión. (Dn 7 y 8) El cuidado de la Iglesias se confirma con el pasaje de Ap. 1:20 cuando se refiere a los Ángeles de las siete Iglesias.

Algunos autores y Místicos, dividen a los ángeles entre asistentes al Trono Divino, y Mensajeros de Dios para cumplir diversas misiones por encargo suyo. Así por ejemplo, el Libro de Tobías tiene como personaje central al Arcángel Rafael, el cual desempeña un oficio protector admirable y nos muestra el Amor de Dios manifestado en el ministerio de los Ángeles: "Yo soy Rafael, uno de los siete Santos Ángeles que presentamos las oraciones de los justos y tiene entrada ante la majestad del Santo" (To. 12,15).
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04/04/2006 03:58
 
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San Isidoro de Sevilla
(560-636). Arzobispo, Doctor de la Iglesia,
teólogo, historiador.
Reconocido como el hombre mas sabio de su época.
Fiesta: 4 de abril
"Isidoro" significa: "Regalo de la divinidad" (Isis: divinidad. Doro: regalo)

Nació en Caragena, España el año 556. Su padre llamado Severiano, nacido en Cartagena, probablemente era de una familia romana, pero estaba emparentado con los reyes visigodos.

Isidoro era el menor de cuatro hermanos. Sus dos hermanos, Leandro y Fulgencio también llegaron a ser santos. Su hermana Santa Florentina, fue abadesa de varios conventos. ¡La santidad se comparte y se fortalece cuando los lazos familiares son santos!

Su hermano Leandro que era mucho mayor que él, se encargó de su educación porque quedaron huérfanos siendo Isidoro un niño. Parece ser que Leandro era muy severo, porque cuenta una leyenda, que siendo Isidoro muy niño huyó de su casa para escapar de la severidad de su hermano. Luego volvió por voluntad propia, lleno de buenos propósitos. Leandro lo encerró para impedir que se escape de nuevo. Probablemente lo envió a un monasterio para seguir estudiando.

Un día se acercó a un pozo para sacar agua y notó que las cuerdas habían hecho hendidura en la dura piedra. Entonces comprendió que también la conciencia y la voluntad del hombre pueden vencer las duras dificultades de la vida. Entonces regresó con amor a sus libros.

Isidoro llegó a ser uno de los hombres mas sabios de su época, aunque al mismo tiempo era un hombre de profunda humildad y caridad. Fue un escritor muy leído. Se lo llamó el Maestro de la Edad Media o de la Europa Medieval y primer organizador de la cultura cristiana. La principal contribución de San Isidoro a la cultura, fueron sus Etimologías u Orígenes, una "summa" muy útil de la ciencia antigua condensando, mas con celo que con espíritu crítico los principales resultados de la ciencia de la época, siendo uno de los textos clásicos hasta mediados del siglo XVI.

Fue un escritor muy fecundo: entre sus primeras obras está un diccionario de sinónimos, un tratado de astronomía y geografía, un resumen de la historia desde la creación, biografías de hombres ilustres, un libro sobre los valores del Antiguo y del Nuevo Testamento, un código de reglas monacales, varios tratados teológicos y eclesiásticos y la historia de los visigodos, que es lo más valioso en nuestros días, ya que es la única fuente de información sobre los godos. También escribió historia de los vándalos y de los suevos.

San Isidoro fue como un puente entre la Edad Antigua que terminaba y la Edad Media que comenzaba. Su influencia fue muy grande en Europa, especialmente en España. Entre sus discípulos está San Ildefonso de Toledo

Probablemente ayudó a su hermano Leandro, obispo de Sevilla a gobernar la diócesis. Le sucedió en el cargo cuando murió. Su episcopado duró treinta y siete años, bajo seis reyes, completó la obra comenzada por San Leandro, que fue de convertir a los visigodos del arrianismo al catolicismo.

Cuenta una graciosa leyenda que cuando tenía un mes de vida, un enjambre de abejas invadió su cuna y dejó en los labios del pequeño Isidoro un poco de miel, como auspicio de la dulce y sustanciosa enseñanza que un día saldría de esos labios.

También decía San Ildefonso que "la facilidad de palabra era tan admirable en San Isidoro, que las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se obtenía al oír sus enseñanzas".

Su principal preocupación como obispo fue la de lograr una madurez cultural y moral del clero español. Fundó un colegio eclesiástico, prototipo de los futuros seminarios, dedicándose personalmente a la instrucción de los candidatos al sacerdocio.

Como su hermano, fue el obispo mas popular y autorizado de su tiempo.

Continuó la costumbre de su hermano de arreglar las cuestiones de disciplina eclesiástica en los sínodos, cuya organización se debió en gran parte a San Leandro y San Isidoro.

San Isidoro presidió el segundo Concilio de Sevilla en 619, y el cuarto Concilio de Toledo, en 633. Muchos de los decretos del Concilio fueron obra de San Isidoro, especialmente el decreto que se estableciese un seminario en todas las diócesis.

Su sistema educativo era abierto y progresista, propuso un sistema que abarca todas las ramas del saber humano.

Según parece, San Isidoro previó que la unidad religiosa y un sistema educativo amplio, podían unificar los elementos heterogéneos que amenazaba desintegrar España y gracias a eso gran parte del país se convirtió en un centro de cultura, mientras que el resto de Europa se hundía en la barbarie.

Otro de los grandes servicios que San Isidoro prestó a la Iglesia española fue el de completar el misal y el breviario mozárabes, que San Leandro había empezado a adaptar de la antigua liturgia española.

San Isidoro se formó con lecturas de San Agustín y San Gregorio Magno.

Su amor a los pobres era inmenso. En los últimos seis meses aumentó tanto sus limosnas que los pobres llegaban de todas partes a pedir y recibir ayuda.

Cuando sintió que iba a morir, pidió perdón públicamente por todas sus faltas, perdonó a sus enemigos y suplicó al pueblo que rogara a Dios por él. Distribuyendo entre los pobres el resto de sus posesiones, volvió a su casa y murió apaciblemente el 4 de abril del año 636 a la edad de 80 años.

La Santa Sede lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1722.

4www.corazones.org
05/04/2006 20:48
 
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Santa Maria Magdalena
¿A qué se dedicaba María Magdalena antes de su encuentro con Jesús, es decir, antes de su conversión y de decidirse a seguir los mandamientos del Maestro? Para muchos cristianos, la pregunta es muy sencilla y tiene una respuesta casi obvia: María Magdalena era pecadora pública, prostituta. La tradición cristiana, y una abundante iconografía, corroboran esa respuesta.

Sin embargo, si queremos apoyar esa afirmación en las Escrituras, nos llevaremos una sorpresa. En ningún lugar del evangelio dice que Magdalena fuera prostituta; ni siquiera que fuera pecadora... Entonces, ¿de dónde procede esa tradición, que todos conocemos?

Para comenzar a responder a este interrogante, debemos referirnos a tres personajes bíblicos, que algunos identifican en una sola persona: María Magdalena, María la hermana de Lázaro y Marta, y la pecadora anónima que unge los pies de Jesús.


Tres personajes para una historia

María Magdalena, así, con su nombre completo, aparece en varias escenas evangélicas. Ocupa el primer lugar entre las mujeres que acompañan a Jesús (Mt 27, 56; Mc 15, 47; Lc 8, 2); está presente durante la Pasión (Mc 15, 40) y al pie de la cruz con la Madre de Jesús (Jn 19, 25); observa cómo sepultan al Señor (Mc 15, 47); llega antes que Pedro y que Juan al sepulcro, en la mañana de la Pascua (Jn 20, 1-2); es la primera a quien se aparece Jesús resucitado (Mt 28, 1-10; Mc 16, 9; Jn 20, 14), aunque no lo reconoce y lo confunde con el hortelano (Jn 20, 15); es enviada a ser apóstol de los apóstoles (Jn 20, 18). Tanto Marcos como Lucas nos informan que Jesús había expulsado de ella «siete demonios» (Lc 8, 2; Mc 16, 9)
María de Betania es la hermana de Marta y de Lázaro; aparece en el episodio de la resurrección de su hermano (Jn 11); derrama perfume sobre el Señor y le seca los pies con sus cabellos (Jn 11, 1; 12, 3); escucha al Señor sentada a sus pies y se lleva «la mejor parte» (Lc 10, 38-42) mientras su hermana trabaja.
Finalmente, hay un tercer personaje, la pecadora anónima que unge los pies de Jesús (Lc 7, 36-50) en casa de Simón el Fariseo.


Dos en una, tres en una

No era difícil, leyendo todos estos fragmentos, establecer una relación entre la unción de la pecadora y la de María de Betania, es decir, suponer que se trata de una misma unción (aunque las circunstancias difieren), y por lo tanto de una misma persona.

Por otra parte, los «siete demonios» de Magdalena podían significar un grave pecado del que Jesús la habría liberado. No hay que olvidar que Lucas presenta a María Magdalena (Lc 8, 1-2) a renglón seguido del relato de la pecadora arrepentida y perdonada (Lc 7, 36-50).

San Juan, al presentar a los tres hermanos de Betania (Marta, María y Lázaro), dice que «María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos». El lector atento piensa: "Conozco a este personaje: es la pecadora de Lucas 7". Además, en el mismo evangelio de Lucas, inmediatamente después del episodio de la unción, se nos presenta a María Magdalena, de la que habían salido «siete demonios». El lector ratifica su impresión: "María Magdalena es la pecadora que ungió a Jesús". Y por último, en el mismo evangelio de San Lucas, pocos capítulos después (Lc 10), María, hermana de Marta, aparece escuchando al Señor sentada a sus pies. El lector concluye: "María Magdalena y esta María son una misma persona, la pecadora penitente y perdonada, que Juan también menciona por su nombre aclarándonos que vivía en Betania".

Pero esta conclusión no es necesaria porque:

no hay por qué relacionar a Juan con Lucas; los relatos difieren en varios detalles. Así, por ejemplo, la unción, según Lucas, tiene lugar en casa de Simón el Fariseo; su relato hace explícita referencia a los pecados de la mujer que unge a Jesús. Pero Mateo, Marcos y Juan, por su parte, hablan de la unción en Betania en casa de un tal Simón (Juan no aclara el nombre del dueño de casa, sólo señala que Marta servía y que Lázaro estaba presente), y mencionan el gesto hipócrita de Judas en relación con el precio del perfume, sin sugerir que la mujer fuese una pecadora. Sólo Juan nos ofrece el nombre de la mujer, que los demás no mencionan.
los «siete demonios» no significan un gran número de pecados, sino -como lo aclara allí mismo Lucas- «espíritus malignos y enfermedades»; este significado es más conforme con el uso habitual en los evangelios.

Dos teorías

Los argumentos a favor de la identificación de los tres personajes, como vemos, son débiles. Sin embargo, tal identificación cuenta a su favor con una larga tradición, como se ha mencionado. Hay que decir también que los argumentos a favor de la distinción entre las tres mujeres tampoco son totalmente concluyentes. Es decir que ambas teorías cuentan con razones a favor y en contra, y de hecho, a lo largo de la historia, ambas interpretaciones han sido sostenidas por los exégetas: así, por ejemplo, los latinos estuvieron siempre más de acuerdo en identificar a las tres mujeres, y los griegos en distinguirlas.

Una respuesta "oficial"

A pesar de que ambas posturas cuentan con argumentos, hoy en día la Iglesia Católica se ha inclinado claramente por la distinción entre las tres mujeres. Concretamente, en los textos litúrgicos, ya no se hace ninguna referencia -como sí ocurría antes del Concilio- a los pecados de María Magdalena o a su condición de "penitente", ni a las demás características que le provendrían de ser también María de Betania, hermana de Lázaro y de Marta. En efecto, la Iglesia ha considerado oportuno atenerse sólo a los datos seguros que ofrece el evangelio.

Por ello, actualmente se considera que la identificación entre Magdalena, la pecadora y María es más bien una confusión "sin ningún fundamento", como dice la nota al pie en Lc 7, 37 de "El Libro del Pueblo de Dios". No hay dudas de que la Iglesia, a través de su Liturgia, ha optado por la distinción entre la Magdalena, María de Betania y la pecadora, de modo que hoy podemos asegurar que María Magdalena, por lo que nos cuenta la Escritura y por lo que nos afirma la Liturgia, no fue "pecadora pública", "adúltera" ni "prostituta", sino sólo seguidora de Cristo, de cuyo amor ardiente fue contagiada, para anunciar el gozo pascual a los mismos Apóstoles.


La liturgia de su fiesta

Los textos bíblicos que se proclaman en su Memoria (que se celebra el 22 de julio) hablan de la búsqueda del «amado de mi alma» (Cant 3, 1-4a) o de la muerte y resurrección de Jesús como misterio de amor que nos apremia a vivir para «Aquel que murió y resucitó» por nosotros (2 Cor 5, 14-17). Ell evangelio que se proclama en la Misa es Jn 20, 1-2.11-18, es decir, el relato pascual en que Magdalena aparece como primera testigo de la Resurrección de Jesús, lo proclama «¡Maestro!» y va a anunciar a todos que ha visto al Señor. Como se ve, ninguna alusión a sus pecados ni a su supuesta identificación con María de Betania. Sólo pervive de esta supuesta identificación el hecho de que la Memoria litúrgica de Santa Marta se celebra justamente en la Octava de Santa Magdalena, es decir, una semana después, el 29 de julio. Santa María de Betania aun no tiene fiesta propia en el Calendario Litúrgico oficial.

Los textos eucológicos de la Misa de la Memoria de Santa María Magdalena nos dicen, por su parte, que a ella el Hijo de Dios le «confió, antes que a nadie... la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual» (Oración Colecta). Magdalena es aquella «cuya ofrenda de amor aceptó con tanta misericordia tu Hijo Jesucristo» (Oración sobre las Ofrendas) y es modelo de «aquel amor que [la] impulsó a entregarse por siempre a Cristo» (Oración Postcomunión).

En la Liturgia de las Horas ocurre otro tanto, ya que los nuevos himnos compuestos después de la reforma litúrgica (Aurora surgit lúcida para Laudes y Mágdalæ sidus para Vísperas) hacen hincapié en los mismos aspectos: María Magdalena como testigo privilegiado de la Resurrección, primera en anunciar a Cristo resucitado, y fiel e intrépida seguidora de su Maestro. Algo similar se verifica en los demás elementos del Oficio Divino, en los que -nuevamente- no hay alusión ninguna a los supuestos pecados de la Magdalena ni a su condición de hermana de Marta y Lázaro.

Como claro contraste, cabe señalar que en la liturgia previa al Concilio, la Memoria del 22 de julio se llamaba «Santa María Magdalena, penitente», y abundaban las referencias a su pecado perdonado por Jesús y a su condición de hermana de Lázaro. El evangelio que se proclamaba era justamente Lc 7, 36-50, es decir, la unción de Jesús a cargo de «una mujer pecadora que había en la ciudad»: "in civitate peccatrix".

Finalmente, mencionemos que el culto a Santa María Magdalena es muy antiguo, ya que la Iglesia siempre veneró de modo especial a los personajes evangélicos más cercanos a Jesús. La fecha del 22 de julio como su fiesta ya existía antes del siglo X en Oriente, pero en Occidente su culto no se difundió hasta el siglo XII, reuniendo en una sola persona a las tres mujeres que los Orientales consideraban distintas y veneraban en diversas fechas. A partir de la Contrarreforma, el culto a María Magdalena, "pecadora perdonada", adquiere aun más fuerza.

La leyenda oriental señala que después de la Ascensión habría vivido en Éfeso, con María y San Juan; allí habría muerto y sus reliquias habrían sido trasladadas a Constantinopla a fines del siglo IX y depositadas en el monasterio de San Lázaro.

Otra tradición -que prevalece en Occidente- cuenta que los tres "hermanos" (Marta, María "Magdalena" y Lázaro) viajaron a Marsella (en un barco sin velas y sin timón). Allí, en la Provenza, los tres convirtieron a una multitud; luego Magdalena se retiró por treinta años a una gruta (del "Santo Bálsamo") a hacer penitencia. Magdalena muere en Aix-en-Provence, adonde los ángeles la habían llevado para su última comunión, que le da San Máximo. Diversos avatares sufren sus reliquias y su sepulcro a lo largo de los siglos.

Estas leyendas, naturalmente, no tienen ningún fundamento histórico y, como otras tantas, fueron forjadas en la Edad Media para explicar y autentificar la presencia, en una iglesia del lugar, de las supuestas reliquias de Magdalena, meta de innumerables peregrinajes.

Finalmente, cabe consignar que el apelativo "Magdalena" significa "de Magdala", ciudad que ha sido identificada con la actual Taricheai, al norte de Tiberíades, junto al lago de Galilea.
08/04/2006 00:55
 
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Santa Gertrudis, La Grande


Escritora y mística benedictina, nacida en Alemania en 1256. Murió en Helfta, cerca de Eisleben, Sajonia, el 17 de noviembre de 1301 ó 1302. Nada se sabe acerca de su familia, ni siquiera el nombre de sus padres. Está claro que no nació en el barrio de Eisleben donde vivió (Legatus, lib. I, xvi). A los cinco años de edad ingresó en el convento de Helfta. En aquel tiempo, el monasterio estaba a cargo de la santa e iluminada abadesa Gertrudis de Hackerborn, bajo cuya dirección el convento prosperó de manera sobresaliente, tanto en la observancia de la regla monástica, como en la actividad intelectual , a la que contribuyeron Santa Lioba y sus monjas anglo-sajonas, formadas en Alemania.

En este rincón espiritual uno podía encontrar todo lo que puede contribuir a la santidad, favorecer la contemplación y el aprendizaje. Incluso, como en el centro de todo ímpetu y actividad de la vida, el trabajo de trabajos, -La Obra de Dios, como San Benito definía el Divino Oficio, se llevaba a cabo de manera solemne. Así era Helfta cuando sus portales se abrieron para recibir a una pequeña niña destinada a convertirse en una de las glorias más brillantes de este convento.

A Gertrudis se le puso bajo el cuidado de su tía Santa Matilde, quien era hermana de la abadesa y estaba a cargo del alumnado. La pequeña tenía el don de ganarse los corazones, según sus biógrafos, era encantadora. Así pues, desde muy temprano creció entre Gertrudis y Santa Matilde, una buena amistad.

Se dice que Gertrudis poseía cualidades excepcionales para el estudio y no fue hasta pasados los veinticinco años de edad que recibió el impacto de su primera visión, que sería sólo el comienzo de una serie de revelaciones que tendría sucesivamente a lo largo de su vida, hasta el momento de su muerte. Hasta antes de la primera revelación, el objeto de sus estudios eran temas de ciencias naturales, literatura etc., pasado el éxtasis, comprendió que se había dedicado por entero al estudio de temas mundanos y cambió totalmente el sentido de sus estudios. A partir de ese momento, optó por dedicarse al estudio de los escritos de los santos padres, de teología y de Sagrada Escritura. Parece que Gertrudis se culpaba por considerar lo anterior como una negligencia (Legatus II, ii), pero para entender sus palabras correctamente debemos recordar que expresaban auto reprobación en un alma llamada a la más alta santidad. Sin duda, su extraordinaria dedicación al estudio era un obstáculo para su progreso en la contemplación y el recogimiento interior; sin embargo, esta condición le guardó de caer en peores faltas. Su lucha personal la centraba en la conquista de una naturaleza sensible e impetuosa.

En la vida de Santa Gertrudis no se registran fases abruptas, no hay una conversión repentina del pecado a la santidad. Ella pasó del alumnado a la comunidad religiosa. Por fuera, su vida era la de una monja benedictina sencilla, como las demás. Su caridad sin límites abarcaba a todos; tanto a los ricos como a los pobres, a los letrados como a los comunes, al monarca en su trono, como al campesino en su parcela; se manifestaba en una tierna compasión hacia las almas en el purgatorio, en un gran anhelo de perfeccionamiento en las almas consagradas a Dios. Su humildad era tan profunda que se preguntaba cómo es que la Tierra podía soportar a un alma tan pecadora como la suya. Era frecuente que se encontrara en éxtasis y que se desconectara de lo que ocurría a su alrededor. lo que la preocupaba, por el efecto que 'esto pudiera tener en los demás. Tenía el don de profecía y el de obrar milagros.

Cuando sintió que se acercaba su muerte, Gertrudis tendría aproximadamente 46 años de edad. Antes pudo asistir a los funerales de la ilustre abadesa Gertrudis de Hackerborn (1291) y los de su guía y confidente, Santa Matilde (1298).

En 1346 fue transferida la comunidad benedictina al monasterio de Nueva Helfta y se cree que las monjas conservaron algunas pertenencias del antiguo convento, pero nada se sabe de los restos de las santas Gertrudis y Matilde. La Antigua Helfta pasó a ser propiedad de la Corona, mientras que la Nueva Helfta pasó a manos de la municipalidad local. De las sepulturas de las santas no hay registros.

Fue hasta 1677 que el nombre de Gertrudis se inscribió en el Martirologio Romano y que su fiesta se extendió a la Iglesia universal celebrándole el día 15 de noviembre, corrigiéndo después para fijarse el día 17 de noviembre como la fecha de su muerte, que celebra la Orden Benedictina, aunque se establecería el día 16 como la fiesta de la Santa. De conformidad con una petición hecha por el Rey de España, se declaró a Santa Gertrudis, Patrona de las Indias Occidentales; en Perú se celebra su fiesta con gran pompa y, en Nuevo México se construyó una ciudad en su honor, que lleva su nombre.

Algunos escritores contemporáneos han considerado que Santa Gertrudis era cisterciense, pero un estudio cuidadoso e imparcial de las evidencias disponibles en la actualidad, no justifican esa conclusión. Es bien sabido que la Reforma Cisterciense dejó su marca en muchas casas no afiliadas a la Orden Benedictina y el hecho de que Helfta se fundara durante el apogeo de Citeaux (1134-1342) es suficiente para entender esta impresión.

Muchos de los escritos de Santa Gertrudis han desaparecido. Los que aún se conservan son:

El "Legatus Divinae Pietatis"
(conocido como el "Heraldo de la amorosa bondad de Dios" o también como

Revelaciones de Santa Gertrudis").

Los Ejercicios de Santa Gertrudis

El "Liber Specialis Gratiae" de Santa Matilde
(conocido también como "Revelaciones de Santa Matilde").
Todos los trabajos de Santa Gertrudis se escribieron en latín, que ella usaba con facilidad y gracia. El "Heraldo de la amorosa bondad de Dios" comprende 5 tomos que contienen una descripción de la vida de la Santa y registros de numerosas gracias y favores concedidos por Dios. El libro II se le atribuye a Gertrudis, no así los otros que se piensa escribieron las monjitas de la comunidad religiosa que presenciaron los favores que se le concedieron a Gertrudis. Se cree que fue así porque la humildad de la Santa no le habría permitido detallar los milagros que por su intercesión ocurrieron. Los "Ejercicios" son siete en total y tratan temas que van desde la gracia bautismal, que es el primero, hasta el tema de cómo prepararse para bien morir, que es el séptimo. El lenguaje que se maneja en los escritos de Santa Gertrudis es elegante, impregnado de imágenes sacadas de pasajes bíblicos, que manifiestan su elevada contemplación.

Cuando se compara el "Heraldo de la amorosa bondad de Dios" con las "Revelaciones de Santa Matilde" es evidente que Gertrudis es quien escribe. Sus letras están coloreadas de la riqueza del genio teutónico, que encuentra sus expresiones más agradables en simbolismos y alegorías. El espíritu de Santa Gertrudis, que está marcado por libertad, aliento y vigor se encuentra en la Regla de San Benito. El misticismo de la Santa es el característico de todos los grandes contemplativos de la Orden Benedictina, desde San Gregorio, hasta Blosius. En una palabra, se encuentra en Gertrudis esa añeja espiritualidad benedictina que el Padre Faber ha descrito tan bien (Todo por Jesús, viii).

Una de las características de la piedad de Gertrudis puede encontrarse en la devoción que tenía al Sagrado Corazón. Devoción que se encargó de propagar primero que nadie. Ya que para ella, en la Devoción al Sagrado Corazón se encontraba el símbolo de la caridad inmensa, que impulsa a "La Palabra" a hacerse "carne", a instituir la Santa Eucaristía, a cargar con nuestros pecados y, a morir en la cruz para ofrecerse como víctima y como sacrificio al Padre Eterno. (Colección de Ritos, 3 de abril de 1825).

Fieles a la misión que se les encomendó, las superioras de Helfta encargaron a teólogos de renombre la revisión de los escritos de Santa Gertrudis. Escogieron a frailes dominicos y franciscanos para que aprobaran y comentaran ampliamente sus impresiones sobre los trabajos de la Santa. Fueron Lanspergius y Blosius quienes propagaron los trabajos de Gertrudis en el siglo XVI. Lanspergius, ayudado por Loher, editó los textos y escribió los prefacios. Los escritos tuvieron una cálida recepción especialmente en España.

De entre una larga lista de santos y autoridades letradas que recomiendan la lectura de los escritos de Santa Gertrudis podemos mencionar a:

Santa Teresa,

Yepez,

El ilustre Suárez,

los frailes carmelitas descalzos de Francia,

San Francisco de Sales,

M. Oliver,

El Padre Faber,

Dom Gueranger, etc..
La iglesia ha insertado el nombre de Gertrudis en el Martirologio Romano con una inscripción que dice: "El 17 de noviembre, en Alemania, se celebra la fiesta de Santa Gertrudis, Virgen, de la Orden de San Benito, quien fue ilustre por el don de revelaciones".

GERTRUDE CASANOVA
Transcrito por Joseph P. Thomas
En memoria de Sabina Jablonski
Traducido por Cecilia Nieto B., México
Soporte historico del Santoral de EWTN en español.

08/04/2006 20:07
 
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Santa María Goretti
María nació el 16 de octubre de 1890, en Corinaldo, provincia de Ancona, Italia. Hija de Luigi Goretti y Assunta Carlini, tercera de siete hijos de una familia pobre de bienes terrenales pero rica en fe y virtudes, cultivadas por medio de la oración en común, rosario todos los días y los domingos Misa y sagrada Comunión. Al día siguiente de su nacimiento fue bautizada y consagrada a la Virgen. A los seis años recibirá el sacramento de la Confirmación.

Después del nacimiento de su cuarto hijo, Luigi Goretti, por la dura crisis económica por la que atravesaba, decidió emigrar con su familia a las grandes llanuras de los campos romanos, todavía insalubres en aquella época.


Se instaló en Ferriere di Conca, poniéndose al servicio del conde Mazzoleni, es aquí donde María muestra claramente una inteligencia y una madurez precoces, donde no existía ninguna pizca de capricho, ni de desobediencia, ni de mentira. Es realmente el ángel de la familia.

Tras un año de trabajo agotador, Luigi contrajo una enfermedad fulminante, el paludismo, que lo llevó a la muerte después de padecer diez días. Como consecuencia de la muerte de Luigi, Assunta tuvo que trabajar dejando la casa a cargo de los hermanos mayores. María lloraba a menudo la muerte de su padre, y aprovecha cualquier ocasión para arrodillarse delante de su tumba, para elevar a Dios sus plegarias para que su padre goce de la gloria divina.

Junto a la labor de cuidar de sus hermanos menores, María seguía rezando y asistiendo a sus cursos de catecismo. Posteriormente, su madre contará que el rosario le resultaba necesario y, de hecho, lo llevaba siempre enrollado alrededor de la muñeca. Así como la contemplación del crucifijo, que fue para María una fuente donde se nutría de un intenso amor a Dios y de un profundo horror por el pecado.


Amor intenso al Señor

María desde muy chica anhelaba recibir la Sagrada Eucaristía. Según era costumbre en la época, debía esperar hasta los once años, pero un día le preguntó a su madre: -Mamá, ¿cuándo tomaré la Comunión?. Quiero a Jesús. -¿Cómo vas a tomarla, si no te sabes el catecismo? Además, no sabes leer, no tenemos dinero para comprarte el vestido, los zapatos y el velo, y no tenemos ni un momento libre. -¡Pues nunca podré tomar la Comunión, mamá! ¡Y yo no puedo estar sin Jesús! -Y, ¿qué quieres que haga? No puedo dejar que vayas a comulgar como una pequeña ignorante.


Ante estas condiciones, María se comenzó a preparar con la ayuda de una persona del lugar, y todo el pueblo la ayuda proporcionándole ropa de comunión. De esta manera, recibió la Eucaristía el 29 de mayo de 1902.

La comunión constante acrecienta en ella el amor por la pureza y la anima a tomar la resolución de conservar esa angélica virtud a toda costa. Un día, tras haber oído un intercambio de frases deshonestas entre un muchacho y una de sus compañeras, le dice con indignación a su madre: -Mamá, iqué mal habla esa niña! -Procura no tomar parte nunca en esas conversaciones. -No quiero ni pensarlo, mamá; antes que hacerlo, preferiría...Y la palabra morir queda entre sus labios. Un mes después, sucedería lo que ella sentenció.


Pureza eterna

Al entrar al servicio del conde Mazzoleni, Luigi Goretti se había asociado con Giovanni Serenelli y su hijo Alessandro. Las dos familias viven en apartamentos separados, pero la cocina es común. Luigi se arrepintió enseguida de aquella unión con Giovanni Serenelli, persona muy diferente de los suyos, bebedor y carente de discreción en sus palabras.

Después de la muerte de Luigi, Assunta y sus hijos habían caído bajo el yugo despótico de los Serenelli, María, que ha comprendido la situación, se esfuerza por apoyar a su madre: -Ánimo, mamá, no tengas miedo, que ya nos hacemos mayores. Basta con que el Señor nos conceda salud. La Providencia nos ayudará. ¡Lucharemos y seguiremos luchando!

Desde la muerte de su marido, Assunta siempre estuvó en el campo y ni siquiera tiene tiempo de ocuparse de la casa, ni de la instrucción religiosa de los más pequeños.


María se encarga de todo, en la medida de lo posible. Durante las comidas, no se sienta a la mesa hasta que no ha servido a todos, y para ella sirve las sobras. Su obsequiosidad se extiende igualmente a los Serenelli. Por su parte, Giovanni, cuya esposa había fallecido en el hospital psiquiátrico de Ancona, no se preocupa para nada de su hijo Alessandro, joven robusto de diecinueve años, grosero y vicioso, al que le gusta empapelar su habitación con imágenes obscenas y leer libros indecentes. En su lecho de muerte, Luigi Goretti había presentido el peligro que la compañía de los Serenelli representaba para sus hijos, y había repetido sin cesar a su esposa: -Assunta, regresa a Corinaldo! Por desgracia Assunta está endeudada y comprometida por un contrato de arrendamiento.

Después de tener mayor contacto con la familia Goretti, Alessandro comenzó a hacer proposiciones deshonestas a la inocente María, que en un principio no comprende.

Más tarde, al adivinar las intenciones perversas del muchacho, la joven está sobre aviso y rechaza la adulación y las amenazas. Suplica a su madre que no la deje sola en casa, pero no se atreve a explicarle claramente las causas de su pánico, pues Alessandro la ha amenazado: -Si le cuentas algo a tu madre, te mato. Su único recurso es la oración. La víspera de su muerte, María pide de nuevo llorando a su madre que no la deje sola, pero, al no recibir más explicaciones, ésta lo considera un capricho y no concede ninguna importancia a aquella reiterada súplica.

El 5 de julio, a unos cuarenta metros de la casa, están trillando las habas en la tierra. Alessandro lleva un carro arrastrado por bueyes. Lo hace girar una y otra vez sobre las habas extendidas en el suelo. Hacia las tres de la tarde, en el momento en que María se encuentra sola en casa, Alessandro dice:

-"Assunta, ¿quiere hacer el favor de llevar un momento los bueyes por mí?" Sin sospechar nada, la mujer lo hace. María, sentada en el umbral de la cocina, remienda una camisa que Alessandro le ha entregado después de comer, mientras vigila a su hermanita Teresina, que duerme a su lado.

-"¡María!, grita Alessandro. -¿Qué quieres? -Quiero que me sigas. -¿Para qué? -¡sígueme!

-Si no me dices lo que quieres, no te sigo".

Ante semejante resistencia, el muchacho la agarra violentamente del brazo y la arrastra hasta la cocina, atrancando la puerta. La niña grita, pero el ruido no llega hasta el exterior. Al no conseguir que la víctima se someta, Alessandro la amordaza y esgrime un puñal. María se pone a temblar pero no sucumbe. Furioso, el joven intenta con violencia arrancarle la ropa, pero María se deshace de la mordaza y grita:

-No hagas eso, que es pecado... Irás al infierno.

Poco cuidadoso del juicio de Dios, el desgraciado levanta el arma:

-Si no te dejas, te mato.

Ante aquella resistencia, la atraviesa a cuchilladas. La niña se pone a gritar:

-¡Dios mío! ¡Mamá!, y cae al suelo.

Creyéndola muerta, el asesino tira el cuchillo y abre la puerta para huir, pero, al oírla gemir de nuevo, vuelve sobre sus pasos, recoge el arma y la traspasa otra vez de parte a parte; después, sube a encerrarse a su habitación.

María recibió catorce heridas graves y quedó inconsciente. Al recobrar el conocimiento, llama al señor Serenelli: -¡Giovanni! Alessandro me ha matado... Venga. Casi al mismo tiempo, despertada por el ruido, Teresina lanza un grito estridente, que su madre oye. Asustada, le dice a su hijo Mariano: -Corre a buscar a María; dile que Teresina la llama.

En aquel momento, Giovanni Serenelli sube las escaleras y, al ver el horrible espectáculo que se presenta ante sus ojos, exclama: -¡Assunta, y tú también, Mario, venid! . Mario Cimarelli, un jornalero de la granja, trepa por la escalera a toda prisa. La madre llega también: -¡Mamá!, gime María. -¡Es Alessandro, que quería hacerme daño! Llaman al médico ya los guardias, que llegan a tiempo para impedir que los vecinos, muy excitados, den muerte a Alessandro en el acto.


Sufrimiento redentor

Al llegar al hospital, los médicos se sorprendieron de que la niña todavía no haya sucumbido a sus heridas, pues ha sido alcanzado el pericardio, el corazón, el pulmón izquierdo, el diafragma y el intestino. Al diagnosticar que no tiene cura, llamaron al capellán. María se confiesa con toda claridad. Luego, durante dos horas, los médicos la cuidaron sin dormirla.

María no se lamenta, y no deja de rezar y de ofrecer sus sufrimientos a la santísima Virgen, Madre de los Dolores. Su madre consiguió que le permitan permanecer a la cabecera de la cama. María aún tiene fuerzas para consolarla: -Mamá, querida mamá, ahora estoy bien... ¿Cómo están mis hermanos y hermanas?


En un momento, María le dice a su mamá: -Mamá, dame una gota de agua. -Mi pobre María, el médico no quiere, porque sería peor para ti. Extrañada, María sigue diciendo:

-¿Cómo es posible que no pueda beber ni una gota de agua? Luego, dirige la mirada sobre Jesús crucificado, que también había dicho ¡Tengo sed!, y entendió.

El sacerdote también está a su lado, asistiéndola paternalmente. En el momento de darle la Sagrada Comunión, le preguntó: -María, ¿perdonas de todo corazón a tu asesino? Ella le respondió: -Sí, lo perdono por el amor de Jesús, y quiero que él también venga conmigo al paraíso. Quiero que esté a mi lado... Que Dios lo perdone, porque yo ya lo he perdonado.

Pasando por momentos análogos por los que pasó el Señor Jesús en la Cruz, María recibió la Eucaristía y la Extremaunción, serena, tranquila, humilde en el heroísmo de su victoria.
Después de breves momentos, se le escucha decir: "Papá". Finalmente, María entra en la gloria inmensa de la Comunión con Dios Amor. Es el día 6 de julio de 1902, a las tres de la tarde.

La conversión de Alessandro

En el juicio, Alessandro, aconsejado por su abogado, confesó: -"Me gustaba. La provoqué dos veces al mal, pero no pude conseguir nada. Despechado, preparé el puñal que debía utilizar". Por ello, fue condenado a 30 años de trabajos forzados. Aparentaba no sentir ningún remordimiento del crimen tanto así que a veces se le escuchaba gritar:

-"¡Anímate, Serenelli, dentro de veintinueve años y seis meses serás un burgués!". Sin embargo, unos años más tarde, Mons. Blandini, Obispo de la diócesis donde está la prisión, decide visitar al asesino para encaminarlo al arrepentimiento. -"Está perdiendo el tiempo, monseñor -afirma el carcelero-, ¡es un duro!"


Alessandro recibió al obispo refunfuñando, pero ante el recuerdo de María, de su heroico perdón, de la bondad y de la misericordia infinitas de Dios, se deja alcanzar por la gracia. Después de salir el Prelado, llora en la soledad de la celda, ante la estupefacción de los carceleros.

Después de tener un sueño donde se le apareció María, vestida de blanco en los jardines del paraíso, Alessandro, muy cuestionado, escribió a Mons. Blandino: "Lamento sobre todo el crimen que cometí porque soy consciente de haberle quitado la vida a una pobre niña inocente que, hasta el último momento, quiso salvar su honor, sacrificándose antes que ceder a mi criminal voluntad. Pido perdón a Dios públicamente, ya la pobre familia, por el enorme crimen que cometí. Confío obtener también yo el perdón, como tantos otros en la tierra". Su sincero arrepentimiento y su buena conducta en el penal le devuelven la libertad cuatro años antes de la expiración de la pena. Después, ocupará el puesto de hortelano en un convento de capuchinos, mostrando una conducta ejemplar, y será admitido en la orden tercera de san Francisco.

Gracias a su buena disposición, Alessandro fue llamado como testigo en el proceso de beatificación de María. Resultó algo muy delicado y penoso para él, pero confesó: "Debo reparación, y debo hacer todo lo que esté en mi mano para su glorificación. Toda la culpa es mía. Me dejé llevar por la brutal pasión. Ella es una santa, una verdadera mártir. Es una de las primeras en el paraíso, después de lo que tuvo que sufrir por mi causa".

En la Navidad de 1937, Alessandro se dirigió a Corinaldo, lugar donde Assunta Goretti se había retirado con sus hijos. Lo hace simplemente para hacer reparación y pedir perdón a la madre de su víctima. Nada más llegar ante ella, le pregunta llorando. -"Assunta, ¿puede perdonarme? -Si María te perdonó -balbucea-, ¿cómo no voy a perdonarte yo?" El mismo día de Navidad, los habitantes de Corinaldo se ven sorprendidos y emocionados al ver aproximarse a la mesa de la Eucaristía, uno junto a otro, a Alessandro y Assunta.

ACI
09/04/2006 20:09
 
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San Arsenio
Ancorita, nacido en 354 en Roma; murió en 450 en Troe, Egipto. Teodosio el Grande le pidió permiso al Emperador Graciano y al Papa Damasus, a fin de encontrar un tutor para su hijo Arcadio, ellos lo encontraron en Arsenio, un hombre instruido en literatura griega, miembro de una noble familia romana, y de quien se dice fue diácono de la Iglesia Romana.

Llegó a Constantinopla en 383, y continuó como tutor de la familia real por once años. Durante los últimos tres, también tuvo a su cargo al hermano Honorio. Un día, llegando a ver como estaban los niños con sus estudios, Teodosio los encontró sentados, mientras Arsenio les hablaba de pié. Esto no lo llegó a tolerar, e hizo que los estudiantes se levantaran y que el maestro tomara asiento.

A su arribo a la corte, Arsenio había dado un espléndido recibimiento, y probablemente porque el emperador lo deseaba, vivió con gran pompa, pero todo el tiempo el sentía un creciente sentimiento sobre renunciar al mundo. Luego de orar mucho para ser iluminado sobre lo que debía hacer, escuchó una voz diciendo: “Arsenio, deja la compañía de los hombres y serás salvado”.

A partir de esto se embarcó secretamente para Alejandría, y rápidamente fue al desierto de Scetis, pidiendo ser admitido entre los solitarios que vivían allí. San Juan el Enano, a cuya celda fue conducido, aunque previamente se le advirtió de la calidad del visitante, no se dio por enterado de la llegada, y le dejó de pié mientras invitaba a los otros a tomar asiento a la mesa.

Estando la comida a medio avanzar, lanzó un pedazo de pan ante Arsenio, indicándoles con aire de indiferencia de que lo tomara si quería. Arsenio tomó el pan, y lo comió sentado en el suelo. Satisfecho con esta prueba de humildad, San Juan lo mantuvo bajo su dirección. El nuevo solitario fue un ejemplo, aún cuando no retuvo ciertos viejos hábitos, tal como sentarse con una pierna cruzada o bien de colocar al estar acostado, un pié sobre el otro.

Notando esto, el abate requirió que se imitara la postura de Arsenio en la siguiente junta, haciendo esto de manera pública. Arsenio tomó el mensaje de lo acontecido y se corrigió. Durante los cincuenta y cinco años de su vida solitaria, fue el más estricto de todos, castigándose a si mismo, por su anterior vanidad en el mundo. Entre ello se encontraba el haber usado perfumes en la corte, para castigo, no cambiaba el agua en que humedecía las palmas con las cuales trabajaba en pequeños manteles, sino que la lanzaba hasta que finalmente estaba agotada. Era estricto en extremo.

Aún cuando participaba en labores manuales, no dejaba su aplicación en la oración. Todo el tiempo copiosas lágrimas de devoción brotaban de sus ojos. Pero lo que más le distinguió, fue su inclinación a que nada lo interrumpiera de su unión con Dios. Cuando, luego de gran búsqueda, su lugar de retiro fue encontrado, no sólo rechazó el regresar a la corte, y ser el consejero de su ex alumno, el Emperador Arcadio, sino tampoco aceptó ser alguien que podía relacionarse con los pobres y los monasterios de las vecindades.

Invariablemente se negó a los visitantes, no importando el rango y condición de estos, y dejó a sus discípulos el cuidado de atenderlos. Sus contemporáneos lo admiraron tanto que le llegaron a nombrar como “El Grande”.

Ver Acta SS. (19 July) para su vida por ST. THEODORE THE STUDITE (d. 826) y META.PHRASTES (apud SURILM. De probatis Sanctorum vitis IV, 250), the Lives of the Fathers of the Desert in ROSWEYDE and D'ANDILLY, or P. L., LXXIV; MARIN Vies des pères des déserts d orient, BUTLER, Lives of the Saints, 19 July.

A.J.B. VUIBERT
Trascripción de las Monjas Dominicas de Clausura del Monasterio del Niño Jesús
Lufkin, Texas.
Traducción al castellano de Giovanni E. Reyes
Dedicado a todas las monjas y monjes.

11/04/2006 02:45
 
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